TERESA MOLERES
SORBURUA

Un jardín seco y al sol

Aunque las condiciones climáticas sean difíciles, con una buena elección de plantas se puede conseguir un jardín atractivo. Para empezar hay que proteger el lugar de los vientos desecantes sobre la plantación y de la erosión en las zonas expuestas. Un seto variado del estilos de los cipreses, laureles, granados o tamarises puede cumplir la función de cortavientos y crear una pantalla para el lucimiento de las vivaces.

En terreno escarpado se imponen medidas para evitar que las aguas torrenciales se lleven la tierra. En este caso, la construcción de terrazas sujetas con muros de piedra o con otro material como las traviesas de ferrocarril mantendrá la plantación bien asentada. Es importante escoger plantación resistente a la sequedad: plantas salvajes en terrenos de secano a pleno sol; especies olorosas que limitan la transpiración con sus hojas adaptadas, pequeñas y brillantes como romero, lavanda, tomillo y mirtos; otras que almacenan agua en sus tejidos como crasas, agaves y cactus o las que se protegen del sol con sus hojas peludas o aterciopeladas, además de sofisticadas jaras y santolinas que impermeabilizan sus hojas con aceites aromáticos.

En este jardín de secano la sombra densa de un árbol atenúa la reflexión del sol en las plantas a sus pies, protege la vida del subsuelo y refresca el aire. Eso hacen los olivos, granados, árbol de Judas, algarrobos o madroños. Cuando la plantación de un árbol de sombra se presenta difícil, podemos optar por pérgolas o glorietas cubiertas de trepadoras, jazmines, buganvillas, glicinias o parras. Todas las plantas necesitan agua pero podemos “educarlas” para que se habitúen a un régimen de poca agua. Para lograrlo, mejor plantar en otoño, cuando las condiciones son favorables y el calor y el sol son menos fuertes. Después de plantar se debe regar en abundancia en el alcorque que hemos formado al pie de la plantación; de esta manera, las nuevas raíces aprovecharán mejor las lluvias de otoño.

Y para evitar el crecimiento de malas hierbas es conveniente crear una cobertura vegetal densa que les impide medrar recurriendo a las vivaces de hojas persistentes como lantana, salvias y erigeron. Una vez creada esta cubierta, progresivamente se pueden introducir arbustos que estructuran el jardín manteniendo el suelo cubierto y protegido.