Amaia Ereñaga
campaña de sea shepHerd

Operación delfín en el Golfo de Bizkaia

Dos delfines se debaten aprisionados en la red de un arrastrero. Uno, ya muerto, es recogido luego por el Sam Simon, el barco de la organización internacional Sea Shepherd que patrulla en la costa atlántica francesa documentando esta masacre. La imagen, recogida también en vídeo, se ha hecho viral, aunque dicen que no es más que la punta de lanza de un problema que se repite año tras año en el Golfo de Bizkaia.

Desde principios de año hasta mediados de febrero se contabilizaron nada menos que 600 delfines muertos varados en las playas de los departamentos franceses de Vendée, Charente Maritime y Gironde; más o menos, en el litoral comprendido entre las Landas y Bretaña. Estas muertes eran solo la punta del iceberg, ya que más del 80% de los cadáveres se suelen hundir en el mar. Los datos son de Sea Shepherd, el movimiento internacional de conservación marina fundado por Paul Watson en 1977, que cuenta con una flota de once barcos y su seña de identidad es la utilización de la acción directa. Documentar las violaciones de la leyes internacionales y de conservación y denunciarlas donde existe autoridad legal es el modus operandi de Sea Shepherd.

La mayoría de los cadáveres encontrados por los activistas estaban mutilados, con las aletas cortadas, marcas de gancho de garfio y cortes profundos. Estos delfines, que pasan el invierno en el Golfo de Bizkaia, son víctimas de operaciones de pesca no selectivas (arrastreros, palangreros y redes de enmalle, de las que cada barco puede desplegar hasta 100 kilómetros al día) de captura de lubina y merluza para el mercado francés. Según los científicos que han estado documentando las muertes, la masacre también estaba causada por barcos franceses y de otras banderas que se dedican a la pesca industrial de surimi y harina de pescado más lejos de la costa.

Lo cierto es que donde haya pesca, hay captura incidental de especies no deseadas. Una cantidad asombrosa de vida marina, incluyendo tortugas, delfines y peces juveniles, se arrastra con la captura, y luego se descarta por la borda muerta o moribunda. La nueva regulación europea, conocida como “Obligación de Desembarque”, obliga a eliminar los descartes de las especies sujetas a Total Admisible de Capturas (TAC). Ello implica nuevos retos para las empresas pesqueras... aunque que hagan caso o no, o les obliguen, es otro cantar. MenDes 2, por ejemplo, es un proyecto en el que, a lo largo de todo este año, se han embarcado AZTI, la Organización de Productores de Pesca de Altura de Ondarroa (OPPAO) y la Organización de Productores de Pesca Fresca del Puerto y Ría de Marín (OPROMAR). Su objetivo es estudiar las pesquerías de arrastre de fondo del caladero del Cantábrico y del noroeste estatal con el objetivo de minimizar las capturas de peces no deseadas, proporcionando instrumentos técnicos y haciendo esta práctica sostenible. Esto traerá cambios de gran calado en su funcionamiento.

Dolphin ByCatch. Veterano de varias misiones contra la caza de ballenas en la Antártida y en campañas de pesca ilegal en África occidental, el Sam Simon es un antiguo barco ballenero japonés que llegó a la costa atlántica francesa a mediados de febrero para unirse a la campaña Dolphin ByCatch de Sea Shepherd. El Sam Simon ampliaba así el área que embarcaciones pequeñas llevaban patrullando desde principios de mes, monitoreando día y noche a las pesquerías en una operación que se prolongó hasta abril. Su objetivo: exponer la matanza de delfines causada por los buques de pesca industrial en el Golfo de Bizkaia y presionar al Gobierno francés para que establezca observadores en todos los barcos de pesca comercial, realice informes precisos de captura incidental y prohiba las artes de pesca que provocan cada año grandes capturas de delfines.

«Nos enfrentamos a una política de pesca absurda que permite artes de pesca extremadamente destructivas y no selectivas en áreas sensibles durante la temporada de reproducción de lubinas, donde las especies protegidas como los delfines son particularmente vulnerables a la captura», explica Lamya Essemlali, presidenta de Sea Shepherd en el Estado francés. «Estamos cansados de ver cómo las alertas de los científicos son ignoradas año tras año, y la indiferencia de los Comités de Pesca y el Ministerio, que han estado fingiendo estar trabajando en el problema durante veinte años», añade la activista.