KOLDO LANDALUZE
CINE

«#Placer femenino»

Avalado por los galardones que logró en el Festival Internacional de Cine de Locarno, el premio Amnistía Internacional y el WIFT GR (Women in Film & Television) en el Thessaloniki Film Festival, el documental “#Placer femenino”, dirigido por Barbara Miller, cuenta con cinco protagonistas: Deborah Feldman, escritora estadounidense exiliada de la comunidad judía ortodoxa; Leyla Hussein, psicoterapeuta y activista social somalí víctima de una ablación; Rokudenashiko, artista japonesa condenada por “obscenidad”; Doris Wagner, ex monja abusada sexualmente por un miembro del clero, y Vithika Yadav, activista por los derechos sexuales y de género en la India. Cinco mujeres que pertenecen a diferentes culturas pero que comparten un ideario común en su lucha por la liberación sexual y la autonomía.

Las cinco también coinciden en el alto precio que han tenido que pagar porque todas han experimentado difamación pública, amenazas y procesamientos, han sido excomulgadas por la sociedad en la que crecieron e incluso han recibido amenazas de muerte por parte de líderes religiosos. Su autora señala que se trata de «un alegato por el derecho a la autodeterminación y una sexualidad plena para las mujeres» y revela que el origen de “#Placer femenino” se concretó a partir de su anterior documental, “Voces prohibidas” (2012): «Cuando filmé aquel proyecto descubrí que las mujeres a menudo no son libres de expresarse por temor a la discriminación, y yo quería saber cómo se relacionan con su sexualidad. Hubo un caso en la India hace cinco años en el que una joven fue violada por un grupo de hombres y después la dejaron morir en las calles. Me estremeció. Quería descubrir qué estructuras universales están detrás del hecho de que las mujeres no puedan celebrar su cuerpo y su sexualidad libremente y, si lo hacen, en la mayor parte del mundo son despreciadas, excomulgadas o incluso amenazadas».

Las protagonistas del documental provienen de diferentes orígenes religiosos y culturales, sin embargo, para Miller no se trata de «una película sobre las religiones y en ningún caso sobre la fe. Quiero mostrar la demonización estructural universal, milenaria y desafortunadamente aún tópica del cuerpo femenino y su sexualidad. Los paralelismos a nivel mundial son aterradores. En casi todos los entornos culturales, religiosos y sociales, existen formas de abuso de poder por parte de los hombres o en las que los hombres utilizan estructuras jerárquicas para explotar, dominar y oprimir a las mujeres. La idea de que las mujeres no deben ser seres sexuales auto-determinados ha cambiado un poco, al menos en algunas partes del mundo, pero todavía está profundamente arraigada en nuestra sociedad».

A modo de ejemplo de lo que podemos visionar en “#Placer femenino”, topamos con el testimonio de la ex-monja Deborah Feldman. A los 19 años, Feldman se consagró a la estricta orden espiritual “La Obra” en el monasterio de Thalbach en Bregenz (Austria), que mantiene estrechas relaciones con el Vaticano. Miller recuerda que «Doris fue enviada a la Santa Sede, donde sufrió los brutales asaltos de un sacerdote de la orden. Sintiéndose avergonzada y culpable, solo se atrevió a hablar de las violaciones a una monja que la culpó de ello y le prohibió denunciar al sacerdote». Dos años después, Deborah Feldman presentó cargos contra su violador en Alemania y Austria. Sin embargo, el sacerdote afirmó que las agresiones sexuales habían sido consentidas y el tribunal dictaminó que «ella no se resistió lo suficiente a las agresiones».

En la actualidad, Feldman es teóloga y filósofa. En 2014 publicó el libro “Ya no soy yo”, para alentar a otras personas que silencian los abusos que han padecido dentro de la Iglesia católica u otros cultos eclesiásticos. También se dirigió al Papa Francisco para crear un cambio en el tratamiento de las víctimas de abuso. Nunca obtuvo respuesta.