IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

¿Cuántos metros necesitas para vivir?

Dime, ¿cuántos metros necesitas para vivir? Hay quien se conforma con poquitos metros cuadrados en el centro de una gran ciudad, en un barrio peatonalizado, donde los comerciantes te saludan por el nombre. A otras personas les parece normal tener una casa con varios pisos, y guardar uno de estos «para los hijos». Los hay –muchos, la mayoría– que no pueden elegir, hay quien se ve forzado a vivir en una vivienda con una escalera tan estrecha que no se puede colocar un ascensor, y donde las humedades te comen por la falta de aislamiento.

Estamos viviendo una curiosa polémica sobre lo que es una vivienda “habitable”, y todo se debe a que el Gobierno de Lakua ha preparado un decreto que pretende reglamentar lo que es una vivienda habitable y lo que no. Es importante hablar del concepto de habitabilidad y ver cómo se aplica a un proyecto en concreto, en este caso de un interesante estudio belga, dmvA.

Del mismo modo que un manual de protocolo realiza una instantánea de las costumbres de una sociedad, un decreto de estas características arroja luz sobre lo que se piensa colectivamente que tiene que ser una vivienda. Ejemplificado en el punto más polémico, la necesidad de dotar a la cocina de más espacio y juntarla con el resto de espacios de día –salón, comedor–, para evitar una segregación espacial de los cuidados en el hogar. Aunque en Euskal Herria esto se ve normal –la cocina ha sido el centro social del arquetipo vasco–, los críticos a la perspectiva de género no han tardado en soltar todo tipo de delirios sobre esto.

El problema con ordenar reside en que el parque edificado ya está casi colmatado –construimos solo dentro de una tasa de reemplazo, se acabaron ya las épocas de grandes ensanches–. Lo cierto es que nunca antes en la historia de la arquitectura europea se había actuado tanto, y de modo tan respetuoso, en la ciudad construida, y eso nos causa problemas al comparar las casas antiguas, hermosas, históricas pero con habitaciones pequeñas y mal iluminadas, con las exigencias de lo que hoy pensamos que es “habitable”. Hemos llegado a un punto en el que somos conscientes de la necesidad de mantener el pasado, pero adecuar lo construido a una ciudad más ecológica y democrática.

El problema viene cuando los espacios que se quieren habitar estaban pensados para una sociedad que no es la nuestra. Un ejemplo extremo lo tenemos en el “Hotel de una habitación”, en la ciudad de Amberes, del citado estudio dmvA. En este caso, un promotor se enamoró de un pequeño edificio en esquina en el casco histórico de la ciudad. Una vez analizadas las posibilidades, se dieron cuenta de que solo juntando sus espacios se podía llegar a hacer un programa completo de residencia, con 103 metros repartidos por esas cuatro plantas. El resultado es un edificio que hace del pasillo, de la escalera, un espacio más donde encontrarse.

Soluciones y estrategias. En otros casos, cuando existe el volumen pero no lo construido, la estrategia es la de “plantar” algo nuevo de cero. En el caso de la casa TP, su propietaria compró una casa en Melinas (Flandes) con el propósito de tener un pequeño terreno donde cultivar y pasar su jubilación. El problema residía en que la vivienda estaba rodeada de edificios, en la sombra. Para solucionarlo, se ocupó solo la mitad de la parcela, derribando parte del edificio existente. En ese espacio “clareado”, se colocaron tres vigas de acero donde elevar un invernadero y conseguir de ese modo un poco de sol.

El tercer ejemplo lo tenemos en la rehabilitación de un edificio loft en Gante, capital del Flandes Oriental. Situado al borde de un muelle, la vivienda se construye sobre una antigua estructura existente, destinada al almacenamiento de mercancía portuaria. Una pareja con dos niños pequeños compró la edificación y encargó a los arquitectos su rehabilitación. En ese caso, la dificultad devino de encajar todo a través de la estructura de cerchas metálicas existente. El programa (habitación, cocina, baño, salón, vestidor, aseo) se debe encajar entre la estructura, los voladizos y la pendiente del tejado.

Los espacios resultantes, ¿son habitables? A la vista está que sí. Es evidente que en la intervención en el patrimonio construido la normativa debe de ser laxa, aunque eso no quita para que, cuando se planteen viviendas nuevas, tengamos un acuerdo como sociedad que incluya, como lo ha hecho el decreto de Gobierno de Gasteiz, cuestiones de democracia como la perspectiva de género, la accesibilidad universal o la lucha contra la pobreza energética.