MIKEL INSAUSTI
CINE

«Black Widow»

El primero de mayo es la fecha elegida para el estreno mundial de “Black Widow” (2020), película con la que la actriz Scarlett Johansson, que interpreta por novena vez en la gran pantalla a este personaje de cómic, inaugura su propia franquicia. Y lo hace a lo grande, porque se asegura con Marvel-Disney un contrato de quince millones de dólares por película, que iguala a los actores mejor pagados en las producciones de superhéroes. Quiere esto decir que la promesa del jefe de la sección Kevin Feige, en su condición de productor autorizado, se está cumpliendo a rajatabla. Dijo que había un plan trazado para que las superheroínas con película propia se vayan igualando en número con sus colegas masculinos, y lo está cumpliendo, así como la equiparación salarial, lo que hace no tanto parecía más difícil de lograr.

Scarlett Johansson se ha enfundado el ajustado mono de la Viuda Negra en “Iron Man 2” (2010), de Jon Favreau; “The Avengers” (2012), de Joss Whedon; “Capitán América: Soldado de invierno” (2014), de Joe Russo; “Avengers: La era de Ultrón” (2015), de Joss Whedon; “Capitán América: Civil War” (2016), de Joe Russo; “Avengers: Infinity War” (2018), de Anthony Russo y Joe Russo; “Capitana Marvel” (2019), de Anna Boden y Ryan Fleck; y “Avengers: Endgame” (2019), de Anthony Russo y Joe Russo.

Se puede observar que desde el inicio de esta fase había unos directores ya establecidos como Jon Favreau, Joss Whedon, o los hermanos Russo. Es a partir de una película con una superheroína como protagonista cuando se incorpora por primera vez una mujer cineasta, la Anna Boden que siempre trabaja en equipo para escribir y dirigir con Ryan Fleck. De esta forma, “Capitana Marvel” (2019) sienta el precedente, y de inmediato “Black Widow” afianza dicha buena praxis con la dirección de la australiana Cate Shortland, lo que significa que hay un sector de Hollywood cada vez más abierto a incorporar en sus producciones a mujeres procedentes del cine independiente o autoral.

Cate Shortland ha rodado poco en su país de origen, pero todos sus largometrajes han sido producidos por compañías australianas. Triunfó de entrada en los premios de cine australiano con su ópera prima “Somersault” (2004), historia sobre la iniciación de una adolescente protagonizada por una joven Abbie Cornish. Para adaptar la novela de Rachel Seiffert “El cuarto oscuro” en sus localizaciones naturales, se fue a Alemania e hizo “Lore” (2012) que, aún siendo hablada en alemán, fue seleccionada para el Óscar por Australia, obteniendo también el Premio del Público en Locarno o el de Mejor Dirección Novel en la Seminci de Valladolid. Descubrió a otra actriz adolescente, en este caso a la alemana Saskia Rosendahl, que encarnaba a la hermana mayor que cruza toda Alemania durante la guerra para salvar a sus hermanos pequeños. Dejando un lado el contexto histórico, volvió a rodar allí después “El síndrome de Berlín” (2017), un thriller claustrofóbico basado en una novela de Melanie Joosteau, en torno al secuestro en un apartamento berlinés de una mujer interpretada por la australiana Teresa Palmer.

Como buena cineasta cosmopolita que es, a Cate Shortland no le habrá costado mucho tener que viajar de un lugar a otro para encargarse de “Black Widow”, visitando sucesivamente Noruega, Budapest, Marruecos, Atlanta, Macon (Georgia) y los estudios Pinewood de Londres. Esa estructura más propia de una espectacular cinta de espionaje bondiana responde a la propia identidad del personaje, cuyo pasado conecta con su entrenamiento como agente secreta de la KGB soviética, en un centro que sus creadores de cómic denominaron La Habitación Roja. Estamos hablando por supuesto del padre fundador Stan Lee, del guionista Don Rico y del dibujante Don Heck. Entre los tres idearon a Natasha Romanoff y su correspondiente alter ego, con una sicología compleja y falsos recuerdos en su memoria.