IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Humilde monumentalidad

Esta casa, construida en un entorno agrícola, es un proyecto de Cubo Rojo Arquitectura. En una primera mirada superficial, llama la atención el juego de paredes y bóvedas de ladrillo, que establece un sorprendente diálogo de monumentalidad espacial y cuidadosa adaptación de la casa a la escala más modesta de un entorno rural. El estudio de arquitectura mexicano diseñó la vivienda ubicada en una parcela larga y estrecha, y la idea de su diseño combina dos tipologías, si se quiere antagónicas en principio: la pequeña cabaña y la hacienda rodeada de muros.

Partiendo de esa combinación, el edificio puede resumirse como tres volúmenes rematados por bóvedas de cañón, de modo que cada uno de ellos funciona como una cabaña individual que adapta su forma de acuerdo con su ubicación y uso interior, recogidos por un muro que envuelve la parcela. Una tapia que desde el punto de vista compositivo unifica el edificio de tres piezas en una sola y que protege el conjunto del exterior. De hecho, al mirar las fotografías de la casa en detalle, sorprende su hermetismo hacia el entorno, hacia el paisaje, o incluso la alambrada que corona los muros, elementos de seguridad dada la ubicación. Esta construcción se encuentra en la pequeña localidad de Estación Pedrito en el estado mexicano de Jalisco, dentro de la comarca agrícola de la Unión de San Antonio y relativamente lejos de los núcleos urbanos como son la capital Guadalajara o la ciudad de León en Guanajuato.

Por ese motivo, la casa se protege detrás de un muro que genera no solo una fachada sino que, al mismo tiempo, construye un paisaje interior que entre sólidos y vacíos se adapta al entorno rural de su contexto. Las bóvedas raseadas con mortero y los materiales crudos que resuelven la materialidad del conjunto dialogan con el campo abierto, en un juego de espacios y volúmenes también abiertos que, como en una hacienda, están conectados y entrelazados a través de patios y jardines.

El proyecto surge de la necesidad individual de una familia por resolver su vivienda lejos del caos de la ciudad, en ese paraje agrícola mexicano entre los estados de Guanajuato y Jalisco, pero finalmente se convierte casi en un nuevo modelo tipológico. El sumatorio de las virtudes de esas dos tipologías tradicionales de la región y del campo conforma una nueva realidad, un nuevo tipo de edificación. La cabaña, como un espacio que se relaciona de manera íntima con el entorno natural y de una escala más cálida, un espacio modesto de aislamiento y reflexión; y, por otro lado, la hacienda, como un espacio que va creando sus propias atmósferas gracias a los patios y jardines, los mismos que sirven para extender la actividad del interior al exterior.

Recorridos dentro y fuera. El terreno, mucho más largo que ancho, permitió que el programa arquitectónico se fuese esparciendo para generar todo el tiempo recorridos dentro y fuera de la casa. Aprovechamos la disposición alargada del terreno para yuxtaponer en el sentido más estrecho los espacios cerrados y crear entre ellos espacios abiertos complementarios, al igual que una hacienda que va conectando sus estancias gracias a patios y jardines.

Volumétricamente se generan tres cuerpos que son delimitados con un elemento muy tradicional de la zona, la bóveda de barro. Cada una de estas bóvedas resuelve una función específica de la vivienda. La primera funciona como un espacio para recibir a los visitantes, un cuarto de huéspedes y el salón con su chimenea que invita a descansar en la doble altura que es además acceso a la casa. La segunda, principalmente, alberga las habitaciones de la familia, que a una mayor altura, lejos de la calle, permite disfrutar de ventanas hacia el paisaje. La tercera bóveda se difumina en una escala más cercana al jardín para generar simplemente una techumbre que, al igual que un árbol, genera sombra para disfrutar de las actividades de ocio, mientras resuelve un pequeño pabellón que incluye una cocina exterior con barbacoa y unos pequeños servicios en relación a la piscina.

Esta disposición esponjada de la casa construye un espacio rico y diverso que, al mismo tiempo, nos habla de la humildad de las cabañas de los agricultores, construidas con los materiales arrancados al lugar, como de la monumentalidad de las haciendas de los terratenientes, donde un exterior acotado por un muro forma también parte del habitar. Una lección tremendamente interesante en estos tiempos en los que nuestra casa es nuestro paisaje constante.