Jone Buruzko
Todo un despliegue

Makokou, Un gorila en el hospital

En Sudáfrica hay un imponente gorila occidental que se llama Makokou y fue trasladado en helicóptero al hospital para tratarle unos pólipos, previo paso por un escáner. Casi al mismo tiempo, en Uganda, unos cazadores acababan con la vida de Rafiki, uno de los gorilas de montaña más conocido. Dos líderes en distintas circunstancias. ¿Qué diría Dian Fossey si levantara la cabeza?

Durante los últimos seis meses, las imágenes de hospitales han ocupado a diario nuestras retinas por culpa de un virus, el covid-19, que ha provocado una pandemia de dimensión mundial. Asistimos a la construcción en tiempo récord de un gigantesco hospital en Wuhan, la ciudad más poblada en la zona central de la República Popular China y el epicentro del coronavirus, al IFEMA de Madrid reconvertido en hospital de campaña y a los hospitales vascos con sus sanitarios vestidos de astronautas, atendiendo a los afectados enchufados a enormes respiradores. Esas secuencias, que más o menos se están produciendo simultáneamente en los 213 países afectados por los efectos del coronavirus, demuestran que los centros sanitarios se han convertido temporalmente en el principal foco de atención.

En estos tiempos de hospitales, para imágenes insólitas y sorprendentes las del gorila sudafricano que también acaparó el interés de las cámaras a principios de este mes de junio, cuando fue trasladado al Hospital Veterinario Onderstepoort de Pretoria, en Sudáfrica, no por causa del covid-19, aunque también le costaba respirar, sino por problemas en sus fosas nasales. El protagonista de esta historia es Makokou, un imponente gorila de 209 kilos de peso, que tuvo que ser trasladado al mencionado Hospital Veterinario, para someterse a lo que antes se llamaba TAC y ahora es TC. El pasado mes de mayo unas radiografías confirmaron que el gorila sufría un problema nasal y que le habían crecido las fosas nasales a consecuencia de unos pólipos inflamatorios, una especie de rinitis crónica que también se suele producir en los humanos. Para conocer el tamaño y ubicación de estos pólipos había que realizarle un TC en el hospital.

¿Pero cómo se desplaza a un animal de semejantes dimensiones? Los responsables decidieron hacerlo sedado y en helicóptero, por lo que su traslado desde el zoológico de Johannesburgo donde vive hasta el hospital de Pretoria, a pesar de que se encuentran a solo 60 kilómetros de distancia, resultó un importante esfuerzo logístico, a cuya preparación un equipo de médicos, veterinarios y personal del zoológico dedicaron semanas.

Al parecer, este primate de 35 años se ha convertido en el primero de su especie que emprende un viaje aéreo de estas características y por motivos de salud, aunque el paciente ni se enteró. Sumido en un profundo sueño después de ser sedado con gas, la anestesia funcionó sin que tuvieran que recurrir al goteo y a los sedantes inyectables que tenían preparados por si algo no salía según lo previsto. Katharine Visser, su cuidadora, con la que Makokou ha establecido un vínculo muy especial, no pudo subir a bordo y darle la mano durante el vuelo como pretendía por falta de espacio en la cabina.

Llegados a la clínica fueron necesarias al menos cinco personas para poder llevar a cabo las maniobras de levantamiento, trasladarlo en camilla y pasar por el escáner. Todo esto para practicarle una tomografía computarizada o TC, una tecnología para diagnóstico con imágenes que obtiene mayores detalles que los exámenes convencionales de rayos X y además es más precisa. Una vez vistas y comprobadas estas fotografías, se optó por operar. Para estirparle esos pólipos se requiere una intervención quirúrgica que los facultativos establecieron justo para estas fechas, puesto que le dieron un plazo de tres semanas para recuperarse de la anestesia.

Este gorila occidental, considerado el pariente más cercano a los humanos en la cadena evolutiva, según Visser «ama a las personas con las que trabaja, aunque se siente incómodo entre extraños». A Makokou le gusta el té rooibos con miel y limón, adora los plátanos, las fresas, las uvas y los cacahuetes, gustos sencillos, aunque durante la convalecencia le han mantenido a base de una dieta variada y con el azúcar controlado. Su estancia entre ese vuelo aéreo y la cirugía la ha pasado descansando al sol y disfrutando de la música del móvil de su cuidadora con la que le ameniza la estancia. Para ella es el líder y «nosotros somos sus seguidores», señala Visser.

Se calcula que hay entre 80 y 100 mil gorillas gorillas, nombre científico de esta especie de primates de la que cada vez quedan menos. La vida salvaje, además de sufrir las consecuencias del cambio climático y de enfrentarse a la codicia humana, está en serio peligro y, en este sentido, la caza hace estragos.

Adiós al espectacular Rafiki. Una de las últimas víctimas ha sido Rafiki; cuyo cadáver mutilado se encontró el pasado 2 de junio. Este macho de 25 años era el líder de una manada integrada por 17 gorilas de montaña, una especie protegida y en peligro de extinción que habita en el Parque Nacional Impenetrable de Bwind, ubicado en Uganda. Rafiki, uno de los gorilas de espalda plateada más famosos del planeta, fue encontrado muerto con graves heridas internas, posiblemente tras ser apuñalado con una lanza.