MIKEL INSAUSTI
CINE

«Été 85»

Desde sus inicios, la carrera de François Ozon ha estado guiada por el sentido del riesgo, y con el paso de los años no ha perdido su instinto provocador. No es de los que se arrugan ante las situaciones adversas, y tampoco se iba a dejar intimidar por la pandemia, así que se puso guerrero y decidió estrenar “Été 85” un 14 de julio, dando ejemplo al resto de la atemorizada profesión. Gracias a su impulso, la cartelera empezó a recuperarse en el mercado francófono, mientras que a este lado de la frontera pasaba algo parecido, pero con una película de muy distinto calado comercial. Aquí también vamos a poder disfrutar muy pronto de su película número diecinueve, ya que su distribuidora Golem la tiene anunciada para el día 9 de octubre, tras su flamante presentación en el SSIFF 68 dentro de una Sección Oficial de la que ya es habitual, pues no hay que olvidar que en Donostia obtuvo la Concha de Oro y el premio al Mejor Guion por “En la casa” (2012).

Ozon irrumpió en el panorama cinematográfico de finales de los 90 como un nuevo enfant terrible, con la visceral y surrealista comedia buñueliana “Sitcom” (1998), pero a partir de su siguiente “Amantes criminales” (1999) se le empezó a ver como una especie de Almodóvar, cuando en realidad estaba más cerca de Fassbinder, tal como dejó bien claro con la adaptación de la obra teatral del alemán “Gotas de agua sobre piedras calientes” (2000). Y ahí se acabaron las influencias, porque con “Bajo la arena” (2000) iba a sentar las bases de su personalísima e intransferible autoría, recuperando de paso para el cine el misterio y la sensualidad de Charlotte Rampling. Su predilección por los personajes femeninos le iba a llevar a trabajar con las grandes divas francesas en “Ocho mujeres” (2002), que le otorgó un prestigio internacional del que no se ha desprendido, e incluso lo ha aumentado con títulos claves como “La piscina” (2003), “El tiempo que queda” (2005), “Mi refugio” (2009), “Potiche” (2010), “En la casa” (2012), “Joven y bonita” (2013), “Una nueva amiga” (2014), “Frantz” (2017), “El amante doble” (2017) o “Gracias a dios” (2018).

Cuando Ozon tenía entre 17 y 18 años leyó la novela del británico Aidan Chambers “Dance on my Grave”, y seguramente le debió de marcar tanto como los veranos vividos entonces, motivo por el que ha acabado adaptándola en “Été 85”, trasladándola al ambiente de las playas de Normandía. En su juventud manejó todos los formatos analógicos existentes, y para recuperar el espíritu ochentero ha vuelto a rodar en Súper-16 milímetros, una cámara con la que su director de fotografía Hichame Alaouie ha conseguido una imagen granulada muy retrospectiva.

Tampoco podía faltar la banda sonora de la década, incluyendo canciones muy representativas como “Sailing” de Rod Stewart, “In Between Days” de The Cure, “Cruel Summer” de Bananarama, “Toute première fois” de Jeanne Mas y “Chercher le garçon” de Taxi Girl. La letra de estos dos últimos está directamente relacionada con el tema de la película, cuya música ha sido originalmente compuesta por Jean-Benoît Dunckel, miembro del grupo Air y colaborador de Sofía Coppola.

Ya se sabe que Ozon tiene muy buen ojo para el casting, yendo a fijarse en Félix Lefebvre para el papel de Alexis a los 16 años, mientras que para interpretar a David, dos años mayor, ha escogido a Benjamin Voisin. Son dos chicos atractivos que viven con naturalidad la efervescencia del primer amor, con su pasión y sus tensiones en una mezcla tonal de ligereza y gravedad.

Su historia de íntima amistad arranca en el momento idílico en que Alexis es salvado por David de morir ahogado a consecuencia del vuelco de la embarcación en la que navegaba, y comienza a sentir en primera persona una epifanía que le hace creer que ese amor recién nacido es eterno y está por encima de todas las cosas.