XANDRA ROMERO
SALUD

Medidas alimentarias: luces y sombras

Desde el Ministerio de Consumo español se están planteando bastantes propuestas para luchar contra la obesidad en el Estado. Qué pena que solo les interese luchar contra la obesidad, porque podrían hacerlo con el objetivo de establecer nuevos hábitos alimentarios que frenen no solo la obesidad, sino otras muchas patologías asociadas y no asociadas al sobrepeso, pero no.

Sobre cómo van a hacerlo, alcanza varios escenarios. En primer lugar, ya tuvimos un avance en el artículo de la semana anterior en el que hablamos de la nueva campaña #ElAzúcarMata. De acuerdo con la mayoría de sanitarios, este se corresponde con un mensaje simplista y alarmante que carece de rigurosidad científica. Porque ya lo dijimos, el azúcar no mata, matan las enfermedades asociadas a la obesidad que no tienen que ver con el consumo de azúcar, o al menos, no solo con un consumo excesivo de azúcar. Lo que sí sabemos es que #MataelAlcohol y #MataelTabaco pero claro, esto se permite. Cuidado, porque el azúcar ni es un veneno, ni es una droga.

Sin embargo, ahí no acaba todo. El Ministerio de Consumo prohibirá los anuncios de alimentos no saludables dirigidos a menores de 15 años, con lo que elevará esta prohibición en tres años, para así disminuir la prevalencia de la obesidad y sobrepeso y sus consecuencias. Es decir, pretende limitar la publicidad de los alimentos que logren una puntuación de C y D, permitiendo solo aquellos con los códigos A y B de Nutri-Score.

Recordemos que el sistema Nutri-Score se refiere al nuevo etiquetado de alimentos basado en el semáforo nutricional. ¿De qué va esta puntuación? Digamos que la nota Nutri-Score es mejor cuantos menos puntos se obtienen en el algoritmo, y es peor cuantos más puntos tenga.

Suman puntos (algo malo): la cantidad de calorías, azúcares, grasas saturadas y sal; y restan puntos (algo bueno para la consideración final): el porcentaje de frutas o verduras empleado para obtener el producto, así como de aceite de oliva, colza o nuez, y su aporte de fibra y proteínas.

Sin embargo, como siempre, “hecha la ley, hecha la trampa”. Y es que esta herramienta, con su sistema tan “bien planteado”, tiene varias picias; las más evidentes son, por ejemplo, el catalogar a casi todos los refrescos zero con una B, pero al aceite de oliva una D por ser “todo” grasa, o los huevos “todo” proteína y grasa.

Lejos de solucionarse estas “lagunas” del sistema, nos encontramos con la siguiente incongruencia, y es que ¿por qué se propone, además, la subida de IVA al 21% de productos ultraprocesados por tener un impacto negativo sobre la salud, por ejemplo, la Coca Cola Zero? Si no #mata porque no lleva azúcar, y además, según el criterio de etiquetado Nutri-Score tiene una puntuación de B.

Si el objetivo de todas estas normas es cuidar y educar en materia de alimentación a los consumidores y lanzar un mensaje claro, creo que lo que consiguen es lo diametralmente opuesto.

Y es que a pesar de que tal y como el ministro de Consumo avanzó el pasado 30 de septiembre, los resultados del estudio “Aladino 2019” sobre la obesidad infantil en el Estado español, son alarmantes, este conjunto de normas que intentan establecer para “frenar” esta otra epidemia, no son adecuadas, ni son congruentes con la evidencia científica ni entre ellas y deberían orientarse hacia la educación nutricional de las familias y fomentar el pensamiento crítico sobre las elecciones alimentarias.