IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

Arquitectura no normativa

Me cruzo con una vecina por la calle, y le hago la pregunta de rigor: «¿Qué tal?». Contesta sin mucha emoción. «Bien, pero no nos renuevan el alquiler. Me voy a ir con una amiga, que también está separada y también cuida sola a su hijo. A ver si, juntas, encontramos algo». Le digo que es una gran idea, y le deseo suerte. No ha sido un falso halago, la suya me parece una decisión valiente pero acertada, en un mundo que cada vez nos lleva a menos espacios comunes y a una mayor atomización social. Me quedo pensando en esas situaciones excepcionales de convivencia, convertidas poco a poco en habituales: personas que pasados los cuarenta van a vivir con amigos, como si de adolescentes se trataran, dos familias que comparten casa, otros que buscan irse a envejecer con amigos al campo, parejas que viven separadas pero que duermen los fines de semana bajo el mismo techo, parejas de divorciados con custodias compartidas y rotaciones de hijos e hijas mensuales... Por no hablar de otras variables que se juntan, como situaciones de pisos para personas con muy pocos recursos, donde cada habitación tiene un candado.

En definitiva, personas que se alejan de una situación normativa, invisibilizadas por la teoría tradicional de la arquitectura. Esta disciplina ha planteado, tradicionalmente, viviendas para una familia, como decía la arquitecta Izaskun Chinchilla, «con padre, madre, dos hijos, perro y que desayunen cereales». Los datos desmontan esa visión del núcleo familiar tradicional: de los aproximadamente 18 millones de hogares que existen en el Estado español, solo un tercio se corresponden con esa descripción. El resto, alrededor de 12 millones, lo componen parejas sin hijos o monoparentales. De este último grupo, unos espeluznantes 4 millones de personas que viven en soledad.

La casa que traemos a colación es una obra ya clásica de los japoneses mA-Style Architects. El estudio, formado por el matrimonio Mayumi y Atsushi Kawamoto, firmó una casa denominada “Casa de los muros de luz” en 2013, y nos dan la excusa para hablar del habitar desde la perspectiva de para quién está hecha una casa.

La casa en cuestión se desarrolla en un barrio residencial de la pequeña ciudad de Toyokawa. Los arquitectos comprobaron rápidamente que los edificios circundantes hacían que el solar fuera bastante sombrío, y ese punto determina lo que será el punto de partida del proyecto: una iluminación cenital, practicando una abertura perimetral a lo largo del cuadrado de 9 metros que forma la casa que deja entrar la luz desde arriba. Esta luz se matiza por los muros perimetrales, que están formados de tarima de madera colocada de forma que haga rebotar la luz hacia el interior.

Dentro, el espacio es uno, aparentemente. Es necesario comprender un poco de la arquitectura japonesa para valorar lo que sucede a continuación. En la arquitectura residencial nipona, los espacios no tienen, como sucede en la tradición europea, necesariamente una asignación de función; aquí, una habitación nos servía para comer, otra para estar o ver la tele, otra para estudiar, otra para dormir… En Japón, solo existen el genkan (la entrada donde descalzarse), y cocinas y baños. El resto, en teoría podría valer tanto para merendar como para dormir. Todos tenemos en la mente la clásica división japonesa con paneles portátiles, que hacen que la habitación pueda ser modificada a conveniencia.

El espacio de vida. En el caso de la casa de mA-Style Architects, esto se lleva al paroxismo; el genkan se convierte en una franja perimetral que rodea la casa, donde se dan los usos menos familiares, como cocinar, acicalarse o estudiar. Dentro de esa franja “útil”, la casa se eleva con un suelo de madera, en lo que los japoneses llaman el i-má, el “espacio de vida”. Dentro, se construyen unos bloques para albergar las zonas que no necesitan de luz natural, como vestidores, o la alcoba, que aparece elevada. El espacio intersticial es suficiente para albergar vida, pero no tiene un uso definido.

La casa es de una gran belleza, pero habrá quien argumente que no es un sitio donde apetezca vivir. Otros, en cambio, verán en ese diseño la solución ideal a una situación no-normativa, sea en lo personal, emocional o familiar. Este tipo de propuestas novedosas aparece con relativa frecuencia en proyectos de vivienda unifamiliar, donde es más sencillo unir la construcción y los deseos de los clientes desde el principio. La problemática reside en el común de los mortales, que difícilmente pueden hacer frente al cambalache de una reforma interior.