Berta Garcia
CONSUMO

Etiqueta energética

Desde el pasado 1 de septiembre, lámparas y bombillas muestran un nuevo etiquetado energético que supondrá una gran mejora para los consumidores por llevar una información más clara y útil. Los productos de iluminación siguen los pasos de otros electrodomésticos que ya se benefician de la nueva etiqueta energética, como son los frigoríficos, congeladores, lavadoras, lavavajillas y televisores.

El principal cambio es la eliminación de las confusas clases 'A+', 'A++' y 'A+++', que habían aparecido en la etiqueta energética a lo largo de los años. Con esa clasificación la mayoría de los electrodomésticos se agrupaban en las clases '+', dejando así vacías las clases bajas y haciendo que la etiqueta careciera de sentido. La etiqueta volverá ahora a la popular escala A-G, según lo solicitado por los grupos de consumidores.

Más información. Con el nuevo método de medición (más estricto) significa que una lámpara que anteriormente se clasificaba como ‘A++’ puede ser degradada a D, por ejemplo, lo cual no significa que la lámpara se tenga que desechar porque se ha vuelto menos eficiente, pero sí nos da una información para futuras compras, cuando buenamente se pueda, y sustituir por otra de más bajo consumo. Es de esperar que nos ayude a reducir la factura de la luz, aunque en un principio hagamos un pequeño desembolso para adquirirlas.

En este caso, como en otros, a los y las consumidoras nos toca aflojar la cartera, por aquello de la sostenibilidad y también porque nos produce un cierto remordimiento ecológico. Frente a estos comportamientos responsables están los de los propietarios del agua, del gas, y de cualquier bien energético que los expolian sin ninguna consideración ética y medioambiental.

Y es que como consumidores suponemos las nuevas víctimas propiciatorias que los gobiernos entregan a los “dioses del mercado” para que no se enfaden. ¿Acaso hay otra lectura de lo que está ocurriendo con el precio de la luz? Cambiaremos de bombillas, pero el sistema de fijación de precios y los impuestos especiales ya obsoletos, como el del carbón, no se moverán.