Francisca Gual
ARKITEKTURA

(Re)plegar y desplegar

Comprendemos la vivienda como un espacio para habitar pero, en muchas ocasiones, excluimos que la relación del edificio que ocupamos está intrínsecamente unido al entorno que lo rodea. Esta es la propuesta de 54 viviendas de protección pública llevada a cabo en Inca, Mallorca.

Perspectiva de los volúmenes de viviendas de protección pública desde la calle, con espacios exteriores de relación en el patio interior y las terrazas.
Perspectiva de los volúmenes de viviendas de protección pública desde la calle, con espacios exteriores de relación en el patio interior y las terrazas. (José Hevia)

En 2022 se completó la construcción de 54 viviendas de protección pública en Inca, Mallorca. El proyecto, promovido por el Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI), fue una colaboración entre el estudio Alventosa Morell y el arquitecto Joan J. Fortuny. Ese mismo año estuvo nominado a los Premios MAPEI y a los Dezeen Awards, y en 2024 ha sido galardonado con los premios Hormort y los A+ Awards, además de ser seleccionado en los Premios FAD.

El edificio está compuesto por dos volúmenes independientes de viviendas dispuestos en forma de L, aprovechando la separación entre ambos para generar el acceso. La estrategia permite conectar las calles perimetrales con el espacio comunitario del interior de la manzana, garantizando una continuidad accesible entre el espacio público y el conjunto residencial.

Cada bloque, con viviendas distribuidas en planta baja y dos pisos superiores, se organiza en torno a seis y cuatro núcleos de comunicación vertical, respectivamente. Cada núcleo sirve a dos viviendas por planta a través de vestíbulos centrales y las viviendas son pasantes a dos fachadas, lo que favorece la doble orientación y permite ventilaciones cruzadas.

El corazón de cada vivienda es un volumen central que agrupa las zonas húmedas de baño y cocina, junto con los espacios de almacenamiento. Este elemento también integra el único falso techo de las estancias, donde se concentran todas las instalaciones, actuando a la vez como distribuidor hacia las dos áreas principales: la zona de día, con salón-comedor, y la zona de noche, con los dormitorios. La disposición de las piezas del programa se alterna en las distintas plantas, aportando variaciones a las diferentes unidades residenciales. Además, todas las viviendas disponen de espacios exteriores de relación: jardines semi-privados en planta baja y terrazas en los niveles superiores.

Siguiendo el planteamiento propuesto por el IBAVI, el proyecto lleva a cabo una relectura contemporánea de los materiales y sistemas constructivos tradicionales de la isla, aportándoles un lenguaje renovado. Destacan las protecciones solares inspiradas en las persianas mallorquinas, un sistema tradicional de madera, con huecos definidos, hojas batientes y adaptables a distintas tonalidades de color, que dotan de un carácter particular a las poblaciones de Mallorca.

Los arquitectos optan por reinterpretar este sistema mediante contraventanas de madera de alerce, plegables y correderas sobre guías continuas que recorren toda la fachada. Se consigue la uniformidad compositiva en todos los niveles cubriendo con las persianas la totalidad de su altura, independientemente que tras ellas haya ventanas con antepechos ciegos, aperturas acristaladas de suelo a techo o terrazas abiertas.

Las contraventanas tamizan la luz solar y mejoran el confort térmico, a la vez que aportan dinamismo al conjunto. La composición de las fachadas se concibe como un juego de elementos que se pliegan y despliegan en función de las necesidades de cada vivienda. Esta flexibilidad responde a las actividades cotidianas de los habitantes de las 54 viviendas, resaltando sus ritmos diarios, usos, movimientos e interacciones, lo que resulta en un alzado cinético, siempre cambiante, vivo y en constante transformación.

La cotidianidad interior se refleja en el exterior, revelando la actividad de unas viviendas de protección pública en las que se produce una interacción dinámica entre los espacios habitados y el contexto. Sus habitantes, sin renunciar al espacio individual, también comparten y tejen conexiones con el entorno inmediato. Este enfoque de la vivienda colectiva va más allá de una simple agrupación de unidades habitacionales, creando un sentido de comunidad mediante la relación fluida entre espacios privados y comunitarios.