Morfología corporal y el efecto visual del cuerpo
La dietista-nutricionista de 7K continúa con el tema que abordó en el anterior número de esta revista, relacionado con esas tendencias sin base científica que relacionan la complexión de los cuerpos de las personas, siguiendo determinadas modas que poco tienen que ver con la realidad.

En el número anterior hablábamos sobre la reciente moda que causa furor entre los jóvenes acerca de evaluar la complexión corporal. Más concretamente lo que está de moda es expresar que se tiene “complexión media”, cuando en realidad no es así. Lo que seguimos reforzando como sociedad es tener un cuerpo mínimo, cuanto más pequeño, mejor.
Sin embargo, estas modas sociales nos dan la oportunidad de pensar acerca de ciertos temas sensibles. De este modo, la semana anterior definimos el concepto de complexión corporal, así como otros términos que se usan con cierta frecuencia para hacer referencia a la morfología corporal.
Esto, la morfología corporal, hace referencia al estudio de la estructura del cuerpo humano, órganos o sistemas y sus características principales, aunque también toma en cuenta las formas y líneas en función de la simetría y armonía visual.
En base a esto, se diferencian tres tipos de cuerpos, siempre desde el punto de vista visual, que quede claro. Por ejemplo, un cuerpo ectomorfo hace referencia a una complexión delgada, estructura ósea ligera y estrecha, poca grasa y poco músculo. Un cuerpo endomorfo, hace referencia a anatomías con mayor tejido graso y menos tejido muscular y donde son características las formas más redondeadas. Por último, un cuerpo mesomorfo hace referencia a una corporalidad musculosa y de complexión atlética.
No obstante, la realidad es que, en la vida real, mayoritariamente todos compartimos rasgos de varios somatotipos y solo en algunos casos puede ser más evidente la predominancia de alguno de ellos. Pero lo que es más importante es que ninguna de estas características morfológicas determina nuestro estado de salud, por más que estemos mal acostumbrados a hacerlo y que, si se hace, tengamos claro que no es ni moral, ni clínicamente ético.
Al final, más allá de los términos técnicos, es crucial recordar que se trata de clasificaciones de tipo estético o visual que nada o poco tienen que ver con el estado de salud, el estado nutricional y por supuesto que nada tienen que decir sobre cómo es o no es una persona. Y aquí me refiero al famoso estigma de peso que, culturalmente, a todos se nos dispara cuando vemos corporalidades distintas. Y es que ver a alguien con una forma y tamaño corporal concreto no dice nada acerca de si es más o menos activo, vago, saludable y un sinfín de adjetivos.
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