XANDRA ROMERO
SALUD

La obesofobia

Vuelvo a la carga con un tema recurrente: la obesidad. Y de nuevo, desde una perspectiva diferente o, al menos, desde el polo opuesto. Y ese polo es la ola de obesofobia que azota a toda la sociedad, incluyendo incluso a muchos sanitarios. La obesofobia se refiere al posible (muy posible) estigma que sufren las personas que tienen sobrepeso. Desde hace tiempo, la posibilidad de que exista también una discriminación con las personas con exceso de peso es una cuestión que está bajo observación por parte de los expertos.

Normalmente, el estigma hacia un colectivo de personas suele caracterizarse por dos tipos de fenómenos. Por una parte, se les suele hacer responsables en gran medida de su situación y se les culpa de no ser capaces de ponerle remedio. Y, por otro lado, se les suele presuponer una disminución de algunas de sus capacidades, considerándoles inferiores a las del resto en ciertos aspectos. Concretamente, algunas mujeres y probablemente algunos hombres tienen la creencia de que las personas obesas son menos felices y exitosas en cuanto a los aspectos laboral y personal se refiere. Esta creencia suele darse entre aquellas personas que tienen un grado de sobrevaloración extremo del aspecto físico.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Quizás la respuesta más evidente la encontremos en la falta de presencia de personas de esas características en los modelos y patrones que se difunden en los mensajes directamente dirigidos a los ciudadanos desde los medios de comunicación, ya sea publicidad de cualquier producto, como en programas televisivos, informativos, películas y un largo etcétera. Es realmente complicado encontrar personas con kilos de más en estos espacios.

Y es que no me cansaré de escribir que la obesidad es una enfermedad. Sin embargo, se ha convertido en negocio, uno muy próspero para profesionales e intrusos sin escrúpulos. Desde mi punto de vista, este es uno de los orígenes del tremendo negocio de las dietas milagro, del intrusismo profesional en el ámbito de la salud (nutrición) y de tantos charlatanes que ponen en juego la salud de los más desesperados, a pesar de que recientemente la American Journal of Clinical Nutrition ha publicado un estudio que dice que el sedentarismo se cobra el doble de defunciones que la obesidad en Europa, por lo que, efectivamente, no todo está en la dieta.

Todo esto ocurre porque no se concibe como enfermedad. Si no, ¿alguien se imagina a un no oncólogo tratando un cáncer?, ¿o un no endocrino pautándole una u otra insulina a un diabético? Entonces, ¿por qué se permite tal atrocidad en la obesidad? Para mí, está claro: no la concebimos como enfermedad. El que está obeso es «porque quiere, por su culpa y por no poder controlarse».

De modo que, de acuerdo, la obesidad es una enfermedad contra la que hay que luchar, pero ni más ni menos que otras. Ojalá el obeso dejase de serlo, igual que el diabético, el hipertenso o el que tiene cáncer, y sí, de todas ellas puede uno fallecer. Así que en nuestro empeño contra la obesidad, pensemos si no estamos siendo parte, sanitarios y población en general, de esta estigmatización.