Janina Pérez Arias
Interview
Paul Haggis

«Pienso que es un error tratar de imponer un estilo determinado en una película»

Un día, a Paul Haggis (Ontario, 1953) se le hizo muy incómoda su “placentera” vida profesional. Su pluma había creado sitcoms y series que se podían ver en casi todo el mundo, como la del bigotudo Chuck Norris (“Walker, Ranger de Texas”) o aquella con la que Tony Danza conseguiría sus días de gloria preguntándole a la audiencia «¿Quién es el jefe?» en la serie televisiva del mismo nombre.

Quizá la cercanía a la cincuentena fuera la impulsora de esos nuevos bríos. Una osadía que le recordaría a cuando, con 20 años, llegó a Los Ángeles con la testaruda (y tal vez arrogante) intención de ser uno de los mejores escritores. Cuenta Haggis que le tocó trabajar en lo típico, es decir, en lo que entonces eran incipientes cadenas de restaurantes, mientras se metía poco a poco en la televisión con el propósito de quedarse. Por aquel tiempo, la Guerra Fría aún estaba en su apogeo y la música disco empezaba su lenta agonía.

Con el nuevo milenio, había llegado el momento de desplegar las velas y deshacerse de la modorra de la comodidad. Amparado por sus contactos, por la notoriedad de su nombre y por el buen trabajo realizado hasta ese momento, este nuevo inicio parecía, visto desde fuera, más bien de lujo. Sin embargo, el salto a la gran pantalla no fue tan fácil: le supuso escribir prácticamente gratis, e incluso llegó a poner su casa como una de las localizaciones de “L.A Crash “(su primer trabajo en el doble papel de director y guionista) para que la película llegara hasta donde llegó. Y los éxitos no se hicieron esperar. Bajo la dirección de Clint Eastwood, “Million Dollar Baby” (2004) conseguiría cuatro Oscar, mientras que “Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo Jima” (ambas del 2006) levantarían polémica, al igual que cosecharían muchos reconocimientos.

Su estrepitosa salida de la Cienciología en 2009, tras 38 años en sus filas, solo puso un poco de “escándalo” a la vida de un hombre que tiene más posibilidades de pasar a la historia por ser el responsable de la reinvención de James Bond (con cara de Daniel Craig) que por su condición de excienciólogo. Su última película, “En tercera persona” (2013), se acaba de estrenar en las salas del Estado español

¿Qué es ser director y escritor en Hollywood?

Espero no tener un estilo ni como director ni como escritor. En mis películas existen elementos comunes, sin embargo, pienso que ante todo son muy cercanas a los personajes y a la exploración de los mismos; y no me refiero a la forma, a cómo hago un filme. Me gustan las contradicciones de los personajes, porque son esas contradicciones las que nos definen como personas; de manera que si hay alguna cosa que define mi trabajo es que los personajes tienden a ser complejos y confusos, son villanos y héroes al mismo tiempo, y tienen sus propias vidas.

Siendo el creador de cada una de sus historias, ¿sigue algunas reglas propias o algún catálogo de situaciones que quiera plantear?

No. Tal vez suene horrible, pero siempre escribo sobre mí mismo, incluso si se trata de James Bond [escribió “Casino Royal” (2006) y “Quantum of Solace” (2008)]; lo que no significa que pueda ser un asesino a sueldo a nivel internacional. Sin embargo, todos mis personajes exploran aspectos, temas, situaciones que de verdad me interesan, y lo que hago es ponerlos en diferentes géneros y escenarios. Así que todo corresponde al mismo proceso: les planteo las mismas preguntas difíciles tanto a James Bond como a otros personajes, con la esperanza de que la historia se enriquezca y no sea un mero catálogo de situaciones y caracteres.

¿Siente que sus personajes cambian a medida que se desarrolla la historia?

En “En tercera persona”, por ejemplo, cambian porque tardé dos años y medio en escribir ese guión. Me llevó una eternidad (sonríe). Me equivoqué tantas veces... En general, los personajes cambian a menudo, por lo menos en lo referente a sus temores, a sus preocupaciones. También cambia la estructura de la trama. Con “En tercera persona” hice una exploración real; no me senté a escribirla siguiendo una fórmula, me senté sin saber a dónde me llevaría, hasta dónde iría. En cierto modo, escribí desde dentro hacia fuera, lo cual es una manera muy equivocada de hacer una película... Por eso tardé tanto tiempo.

¿Por qué dice que es la manera incorrecta de realizar un filme?

En realidad no lo es, pero sí lo es en el caso de que quieras hacer una película rápidamente. Con “En tercera persona” estaba más interesado en el resultado que en realizarla dentro de un plazo de tiempo determinado.

¿Por qué quiso hacer un filme sobre relaciones de pareja?

Pienso que todos sabemos que las relaciones de pareja son imposibles (risas). Durante un tiempo excesivamente largo estuve haciéndome preguntas acerca de las relaciones, y por eso decidí explorarlas. Cuando se me pregunta si esos personajes son autobiográficos, no me queda otra que decir que sí, todos ellos son yo, ya que exploran preguntas que me he planteado acerca de cómo sobrevivir en una relación, de cómo obtienes lo que quieres o, más bien, si de alguna manera consigues lo que te propones.

Una de esas historias trata de si se puede confiar en alguien que es completamente indigno de confianza, de si puedes creer en esa persona pase lo que pase. ¿Es posible –o no– que esa persona se vuelva fiable? Y si les maldices, ¿se convierten en condenables? Y si logras cambiar a esa persona en alguien que piensas que puedes amar, ¿dejarías de quererla? Estas son algunas de las preguntas que abordo en esta película, y algunas de las respuestas pueden resultar sorprendentes –al menos a mí me sorprendieron–, como también esperanzadoras y deprimentes al mismo tiempo.

Al escribir su propio guión, ¿se podría decir que es una especie de terapia al verse reflejado en sus propios personajes?

De haber sido una terapia, ahora sería mejor persona (risas), pero obviamente no es verdad. Sin embargo, sí que es catártico. Te ves a ti mismo en la pantalla interpretado por otros y tal vez la gente te diga que eres más este o aquel personaje... Pero eso nunca se sabe, porque la interpretación se hace a través del propio prisma de experiencias.

¿Cree que sus películas son diferentes por el hecho de que sus historias han surgido de una forma más bien orgánica?

Sí, y pienso que es un error tratar de imponer un estilo determinado en una película. Es más, no creo que los directores deban tener estilo, ya que este debería estar determinado por el tema tratado. “El Valle de Elah” (2008) es muy diferente a “Crash” y esta es distinta a “En tercera persona” o a “Los próximos tres días” (2010). Si tienes un director con un estilo propio, te vas a aburrir de él muy rápido. Mi trabajo consiste en servir a la historia.

Ha trabajado mucho con estrellas cinematográficas. ¿Cuál es la clave para enfrentarse a tantos egos?

No existe una clave. Los actores son simplemente seres horribles (risas), pero esto no ha sido así en mi caso. Cuando emprendes un proyecto, lo que buscas son colaboradores y a mí me ha tocado trabajar con un maravilloso grupo de ellos.

¿Diría que es más fácil trabajar con actores desconocidos que con estrellas?

Bueno, un actor es un actor y hay quienes tienen el ego más grande que otros, aunque no es necesariamente la gran estrella quien posee el mayor ego. Por ejemplo, el mío no es tan pequeño (risas). Y a la hora de fichar actores, lo que quieres es encontrar a gente de verdad talentosa. Eso es lo que hago.

¿Es real lo que se dice de que la idea de “Crash” surgió porque a usted le asaltaron y robaron el coche en Los Ángeles ?

Afirmar eso sería simplificar mucho lo que la originó de verdad. El vivir en Los Ángeles y el haber visto todo lo que vi durante años fue lo que me movió a escribir una historia sobre las razas, relaciones y clases sociales en esa ciudad. Pensaba que todos esos elementos no se habían explorado de la forma en que yo quería hacerlo, aunque admito que otros directores lo habían hecho muy bien. Me inquietaban esos temas.

¿Es cierto que no ve películas actuales?

Sí que veo películas actuales, lo que no hago es verlas mientras estoy inmerso en un trabajo de dirección. Es que no quiero sentirme influenciado por lo que veo, no vaya a ser que vea algo hermoso que me cale. Así que trato de evitar ver películas, en especial aquellas que me gustan o admiro.

Cuando estoy rodando, solamente quiero tener la influencia de la historia con la que estoy trabajando, y serle fiel. Me gusta mucho ver películas y lo hago todo el tiempo, por eso me encantó que me nombraran jurado en el Festival de Tribeca [en 2013], donde vi doce filmes en dos semanas. Esa fue una gran experiencia.

¿Suele ir al cine con público?

¡Claro! También veo películas en DVD, pero en el barrio donde vivo en Nueva York tengo la suerte de tener algunas buenas salas, así que voy muy a menudo. Me encanta la experiencia comunitaria de compartir una película con absolutos extraños en la oscuridad de una sala. ¡Es genial!

¿Tiene una escena favorita de una película que haya visto?

Un momento de verdad impresionante es en “His Girl Friday” [Luna Nueva, de Howard Hawks, 1940] cuando Rosalind Russel y Cary Grant se encuentran por primera vez.

Cuando llegó a California siendo un veinteañero, ¿estaba seguro de que llegaría tan lejos en su carrera?

Sí, lo sabía (risas). Fui a Los Ángeles no por el sol o la arquitectura, tampoco por las mujeres bellas. De todas maneras, estaba casado (risas). Fui a Los Ángeles porque era allí donde se estaban produciendo películas y porque parecía que allí era donde estaban los mejores cineastas de América. Entonces, si quieres ser el mejor, tienes que ir adonde están los mejores, de esa forma se aprende más rápido. Así lo hice y aprendí muchísimo.

¿Cuál es el secreto para haberlo logrado, con Oscar incluido?

¡Ni idea! (risas). Fracasé durante un tiempo terriblemente largo. Fallé en Hollywood cuando estaba en alza y me siguieron premiando, lo cual es genial. Lo que tienes que hacer en la vida es permitirte fallar, intentarlo y fracasar. Yo he tenido muchos fallos, y eso es lo que creo que ya no hacemos mucho en el cine. Tenemos que ser capaces de arriesgarlo todo, de sentirnos aterrorizados con cada película que hacemos. Me aterra pensar que el público no vaya a entender mi historia o que no le guste, o que sencillamente no vea mis películas. Pero no soy feliz si no me siento miserable, y todo eso es emocionante.

¿Está satisfecho con las películas que han hecho otros directores con sus historias?

Sí.

¿Con todas?

¡Sí! He tenido la suerte de trabajar con muy buenos directores.