Leticia Orue
Interview
María Clè

PASIÓN Y DELICADEZA

Nacida en Gasteiz hace 35 años, María Clè Leal lleva diez en el mundo de la moda; se formó en el Instituto Europeo di Design de Madrid y en 2004 creó su propia firma. Ahora, su trayectoria ha cobrado nuevo impulso tras recibir el premio Fashion Talent, un galardón al que optaban diez jóvenes promesas del diseño.

María Clè
María Clè

Las luces se apagan y una respiración agitada, casi un jadeo, se cuela por los oídos mientras una bailarina, envuelta en un delicado vestido de gasa color carne, aparece en la pasarela. Las capas de esa segunda piel, como suaves pétalos, flotan, vaporosos, junto al movimiento de su cuerpo, que se retuerce, cae y se levanta al ritmo de la música. Parece una flor. Una límpida y brillante cascada de cristales se rompe súbitamente. Llega el silencio. Una a una, las modelos empiezan a avanzar por la pasarela mientras la bailarina continúa con su danza. Sus cuerpos parecen los pétalos de una frágil y compleja flor que comienza a contarnos una historia. Una flor elegante y delicada que al principio es negra, como la pérdida y la oscuridad, pero que poco a poco, mientras la colección transcurre ante nuestros ojos, comienza a florecer abandonando el negro para ir llenándose de vida al tornarse del suave color de la piel desnuda y terminar explosionando en un vívido e intenso rosa, que se va dejando paso a la miríada de vaporosos vestidos de gasa estampados que termina cerrando el primer desfile de la tarde.

Esas flores de complejas siluetas que protagonizaron el desfile de María Clè Leal nos hicieron vivir muchas más emociones de las que normalmente se viven cuando ves un desfile de moda. Quizá por ello, la votación para elegir el desfile ganador fue una de las más reñidas en las que he participado como jurado. Todo el mundo quería que ganara su favorito y parecía que nadie estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. A diferencia de otros años, el nivel de los desfiles había sido muy alto, y las emociones que habíamos sentido en cada una de las presentaciones, confrontadas con el resto de parámetros a tener en cuenta a la hora de decantarte por una colección u otra, nos hicieron sentir como si estuviéramos en una montaña rusa. Solo teníamos 45 minutos para debatir. Finalmente, mediadores incluidos, pudimos ponernos de acuerdo.

“Frágil”, la colección presentada por la diseñadora gasteiztarra Maria Clè Leal, se alzó con el premio que la Mercedes Benz Fashion Week (antigua Pasarela Cibeles) otorga cada año a un diseñador para impulsar su trayectoria internacional.

Junto con la que fue su socia hasta hace muy pocos meses, Patricia Blázquez Morales, María Clè Leal lleva más de diez años nutriendo día a día, con sus prendas, diseños e ilustraciones, un mundo sofisticado que aúna pasión y delicadeza e invita a la ensoñación. Igual que Tissue, su pequeña pero preciosa tienda taller en el Casco Viejo de Gasteiz, un lugar en el que la calma se respira en un ambiente rústico y minimalista y donde, además de sus propias colecciones, pueden encontrarse prendas de otras firmas y piezas de artistas pertenecientes a diferentes disciplinas. Su postre favorito es el arroz con leche, no conduce, pero si tuviera que elegir un coche sería el Citröen Tiburón; de pintxos se queda con la humilde pero sabrosa Gilda, no puede evitar escuchar en bucle un tema –«¡no sé ni el nombre, la escuché y simplemente le doy al play una y otra vez!»– de la banda indie-folk surgida en Seattle Band of Horses; y si le preguntas por las ciudades que le inspiran o fascinan contesta que sueña con el romanticismo de los canales de Venecia, la aristocrática decadencia de Lisboa y la fuerza creativa de Amberes.

Incansable y perfeccionista hasta el extremo, además de presentar, sin excepciones, dos colecciones anuales, su entrega le ha llevado a ganar premios, ser una de las mentes implicadas en el vestuario de la serie de televisión “Águila Roja” o exponer su última colección y su proceso de creación en el Museo Artium de Gasteiz. Y aunque es honesta y humilde cuando le pido que me cuente un poco más sobre sí misma, cada vez que nuestros caminos se han cruzado no he podido por menos que reconocer la perseverancia y el trabajo duro y bien hecho que acompañan la sutil elegancia de su universo.

Una colección nada frágil. Días después de recibir el premio al talento emergente, que la llevará a desfilar en una de las Fashion Weeks internacionales que Mercedes Benz esponsoriza por todo el mundo, me reúno con María Clè en un café hipster y ruidoso de Madrid. Tiene ganas de volver a Gasteiz para celebrarlo con amigos y familia, pero la vorágine de estos días la han retenido más tiempo del que pensaba. Está radiante. Las celebrities ya han empezado a llamarla para pedirle que las vista. La felicito por la colección y, entre sorbitos del café con leche que acaba de traerle el camarero, empieza a hablar del proceso de creación de “Frágil”, una colección con la que María se desnudó ante el público y la prensa, mostrando con dramatismo y delicadeza la implacable sensación que te invade cuando la esencia de lo que ha sido tu mundo se tambalea. «La vida te avisa con implacables gritos silenciosos de que una etapa termina y tienes que lanzarte al vacío de lo que está por venir. Es un volver a empezar, un intentar reencontrar la esencia de mi trabajo como diseñadora e ilustradora. Es mi colección más personal, no solo porque lo haya hecho yo todo, dibujar, diseñar, coser, ¡volverme loca con el patronaje!..., sino porque soy yo misma, desnuda y preparada para lo que tenga que venir». Esta colección no es como las otras, María ha vivido el proceso de pérdida y cambio que ha significado separarse de Patricia Blázquez, «mi socia durante todos estos años, mi hermana», como un camino para volver a encontrarse a sí misma y afrontar una nueva etapa.

Decidimos movernos de sitio porque estamos en una de esas mesas compartidas que tan de moda están ahora en los cafés y da la casualidad de que las dos personas que tenemos enfrente no dejan de hablar a todo volumen. No hay mal que por bien no venga, una pequeña mesita, con sillas estilo Louis XVI, se ha quedado libre al lado de la ventana. Continuamos. «Nadie sabe el vacío que te invade después de presentar una colección. Todo el mundo te dice que deberías estar contenta, celebrarlo, y sí, sabes que deberías hacerlo, pero en el fondo no puedes evitar sentir una sensación de que no queda nada. Te sientes vacía. Es como tener una depresión post-parto. De ahí viene que el título de la colección sea ‘Frágil’». Esa sensación, que María Clè ha plasmado en unas espectaculares prendas, le ha permitido jugar y experimentar con dos de sus tejidos favoritos, la lana y la gasa, para transformarlos en unas flores, bellas, etéreas y fugaces. Un motivo y unas siluetas que marcaron dos partes claramente diferenciadas de la dramática puesta en escena con la que consiguió, aunque sin realmente pretenderlo, emocionar el público y decir «un adiós a una época muy bonita de mi vida y un hola a todos los retos, sacrificios y satisfacciones que están por venir en esta nueva etapa en solitario. Créeme cuando te digo que no me lo esperaba. Para mí, el haber terminado la colección, poder presentarla y haber vivido todo el proceso de trabajo con la gente que me ha ayudado, día y noche, a veces sin dormir, era el mejor premio. Cuando oí mi nombre no podía reaccionar. ¡Además, tengo pánico escénico y odio hablar en público! Fue un momento increíble y un poco surrealista porque salí a recoger el premio con el quita pelusas con el que había estado preparando los vestidos durante todo el día».

Mientras el sol nos regala uno de sus rayos invernales, le pregunto por el patronaje, uno de los puntos fuertes de las prendas: «En esta parte de la colección, además de arriesgarme a tratar de una forma tan escultórica los volúmenes del cuerpo, he trabajado codo a codo junto con Isabel Sánchez, una de las personas que más saben de patronaje experimental; el juego de combinar la fugacidad y la belleza de una flor con lo escultórico y la investigación. Nos hemos corregido, ayudado y desesperado para crear las prendas. ¡Es una crack!».

Mientras los clientes vienen y van, charlamos sobre la segunda parte de la colección, en la que las gasas fueron las protagonistas de unas siluetas femeninas y sensuales con las que las modelos desfilaron como diosas flotando sobre la pasarela. En esta parte, más comercial pero no por ello menos bella, María sigue desnudándose en cada prenda mostrando un yo más maduro, en el que la flor que ha ido dibujando a lo largo de todo el proceso de “Frágil” se repite caleidoscópica en vaporosos vestidos de gasa que podrían recordarnos a un sensual Valentino o una etérea Miriam Ocáriz. El tiempo vuela mientras la escucho, apasionada y vivaracha, hablar de los problemas técnicos a los que tuvo que enfrentarse durante todo el proceso. «La flor soy totalmente yo. Verás, cuando dibujo pierdo la noción del tiempo, puedo pasarme horas abstraída creando una ilustración, sin embargo, en este caso el proceso fue distinto, porque, a medida que me iba encontrando a mí misma durante todo el camino, fui dibujando esta flor poco a poco, cogiéndola y dejándola, por lo que fue floreciendo a medida que mi propio proceso vital iba avanzando junto al de la colección».

Un futuro abierto. María no ha sido la única para la que estos años han supuesto un cambio vital. Pérdidas, reinvención y «darle la vuelta a la tortilla» para encontrar nuevas oportunidades son conceptos que flotan en el aire y que pudimos escuchar cuando cada uno de los nueve diseñadores restantes que competían junto a ella por llevarse el premio, nos explicaban el proceso de sus colecciones y la inspiración con la que trabajaron para crearlas. Cuando le pregunto qué significa el premio para ella, qué es lo que viene ahora tras este nuevo vacío, su mirada, oscura y luminosa, como su pelo, parece bailar de alegría mientras responde: «Poder salir fuera, un reconocimiento a una trayectoria. Un empujón, el día del desfile me sentía desnuda, no pensaba en ganar, sino en lo que he vivido durante todo este proceso. Esa persona que respira agitada y se cae rompiéndose en mil pedazos, que se levanta y encuentra fuerzas para seguir adelante y reinventarse, soy yo. El premio es todo lo bueno que pueda venir a partir de ahora».

Es el momento de poner los pies en la tierra y hablar del día a día. Gasteiz. ¿Cómo es desarrollar tu trabajo desde allí?. «En Vitoria me siento súper querida y súper apoyada, tengo clientas que se han terminado convirtiendo en amigas porque en el taller no solo está la colección de temporada a la venta, sino que también creamos prendas a medida. Sin embargo, sí que a veces echo de menos poder compartir dudas con otros diseñadores. Alguien que entienda cómo me puedo romper la cabeza intentando crear el volumen que me pide un prenda, encontrar un tejido en concreto o darle forma a una silueta que tengo en la cabeza. La moda no es fácil, es una profesión muy dura que requiere de un gran sacrificio y de una entrega total, y aunque sea más sencillo estar en una ciudad mas grande, porque –no nos engañemos– hay muchas más oportunidades y más público objetivo, lo cierto es que estar en Vitoria me ha permitido desarrollar proyectos apasionantes, como el equipo de trabajo multidisciplinar con el que he trabajado para crear la nueva imagen de la ciudad que acaba de ser presentado en Fitur». Un conjunto de seis ilustraciones en el que María y su equipo han mezclado elementos de gastronomía, cultura, deporte y arquitectura entre otros, con el suave trazo de sus ilustraciones y un impecable diseño gráfico. ¿Planes de futuro? «Ahora, ¡la verdad es que estoy un poco desbordada! Quiero aprovechar el tirón para salir fuera, espero que el desfile de esta colección sea en Ámsterdam y poder hacer contactos allí. Madrid también me llama, veo que hay mucho movimiento y buenas oportunidades y me gustaría poder simultanear cosas que tengo en Vitoria, como la familia, los amigos y el trabajo que desarrollamos en Tissue, con aventuras más emocionantes fuera de aquí. ¡Pero ya veremos! De momento toca pensar en la nueva colección».
Nos despedimos con un abrazo y prometo pasarme por la tienda para tomarme un café, charlar y probarme alguna de las camisetas que está imprimiendo «en un tejido orgánico que me encanta, la fibra de bambú». La veo marchar y pienso en que en estos momentos, pese a la emoción y el reconocimiento que ha significado este premio, María no tardará en volver a encontrarse con el lienzo en blanco que supone crear algo nuevo cada temporada, aunque seguro que esta vez, el vacío que se siente tras los trece minutos que dura un desfile será un poco más dulce.