Angel Ordoñez
Periodista
JO PUNTUA

El instinto básico de la religión

Hoy es fiesta, porque es Lunes de Pascua. Y lo es porque ayer, con el Domingo de Resurrección, dio comienzo el Tiempo Pascual. Porque fue el primer domingo después de la primera luna llena de la primavera en el hemisferio norte. El Tiempo Pascual se prolongará 50 días, los que parece que pasó Jesucristo aleccionando a los apóstoles desde que volvió a la vida después de que lo crucificaran en el Gólgota hasta su ascensión al reino de los cielos para sentarse a la derecha del Padre. Para los cristianos, tras el duelo de la Semana Santa por la pasión y muerte del Redentor, es tiempo de alegría.

Pero es algo más que simple júbilo por ese hipotético regreso del Salvador del mundo de los muertos. En realidad, la Pascua es el momento clave de la religión cristiana: la celebración de la resurrección. Sin la resurrección, sin la promesa de la vida eterna para los justos después de la muerte terrenal, el Catolicismo no hubiera alcanzado la influencia y el poder que viene disfrutando en los últimos 2.000 años. De hecho, toda la maquinaria de la Iglesia romana sigue pivotando en torno al misterio de la Eternidad y a la pervivencia del alma más allá de la desaparición física del cuerpo. Dicen que dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida. El que vive en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás». Como promesa electoral, es difícil de superar.

El miedo a la muerte es la máxima expresión del instinto de supervivencia del ser humano. Está impreso en cada traza de nuestro ADN, y domina con autoridad sobre cualquier otro motor primario de nuestro comportamiento. El terror a la extinción justifica que millones de personas en este planeta se dejen convencer de que el Mesías regresó al tercer día de entre los muertos, de que los sodomitas son gente abominable, el aborto pecado mortal y de que cada lunes después del primer domingo después de que salga la primera luna llena en primavera y en el hemisferio norte, haya que hacer fiesta. Y por si fuera poco, puente.