Amparo LASHERAS
Periodista

Un día oí hablar a Pablo Iglesias

Reconozco que acogí con agrado, curiosidad y un poco de temor la irrupción de Podemos en la política del Estado español. Meses antes de las elecciones europeas, antes de que se constituyese en partido y abarrotase la calle y los grandes espacios, escuché a Pablo Iglesias en una conferencia organizada por Alternativa en Gasteiz. Ya entonces completó el aforo con un público nostálgico del 15M y ansioso de discursos diferentes. Me admiró su poder de comunicación, exponiendo la realidad angustiosa de las contradicciones y desastres del neoliberalismo en la clase trabajadora. «Un poco de aire fresco», opinaría meses más tarde Otegi en una entrevista. Esa fue también mi impresión al salir de aquella charla en la que se cuestionó la dispersión, pero en la que el derecho de autodeterminación se quedó a la espera de una definición más comprometida. A pesar de ello, sus palabras todavía jóvenes y rebeldes llegaban al corazón de la necesidad urgente de un cambio social. Desde entonces ha transcurrido más de un año y en torno a Podemos han sucedido cosas. La «casta» le ha fabricado un adversario de derechas y su populismo de izquierdas, al estilo del teórico argentino Laclau, ha rodeado el mensaje de una ambigüedad ideológica que le resta fuerza. Siento que la charla de Iglesias se quede lejos y el aire en el Estado español vuelva a estar tan cargado.