Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Munilla, Munilla, Munilla… uhmm, qué maravilla

El obispo de la diócesis de Donostia, (por cierto, una diócesis sufragánea de la Archidiócesis de Iruñea y Tutera), sorteando, con extraordinario ingenio y valor sin par, las dificultades propias de un magisterio en terreno enemigo cuyas instituciones han caído en manos de los violentos, ha tenido el suficiente arrojo de publicar en compañía de Begoña Ruiz, seglar consagrada de la Fraternidad en el Corazón de Cristo, un libro para el disfrute, como Dios manda, con las cosas de la jodienda. El título no llama a engaño: “Sexo con alma y cuerpo”. Han tenido el detalle de eludir todo atisbo gráfico sobre el tema a fin de no zaherir el pudor característico guipuzcoano, amén de lo dificultoso de retratar a dos almas follando o los malentendidos a los que llevaría el ayuntamiento entre un cuerpo y un alma debido a que la corporalidad del uno y la invisibilidad de la otra, ambos en movimiento cadencioso de bombeo, pudiera sugerir el encontrarnos ante la insana práctica masturbatoria, definida como «una especie de violencia sobre el cuerpo, porque pretende arrancarle placer».

Gracias al mosén y la seglar, sabemos que «hombres y mujeres presentamos una diversa condición: los hombres tienen testículos y pene mientras que las mujeres poseen vulva, labios mayores y menores, clítoris y mamas», por lo tanto, «un hombre no va a tener que ir al ginecólogo, ni una mujer al urólogo (por motivos del aparato reproductor)». Ya me quedo más tranquilo. Es que a mí el espéculo vaginal bivalvo me da mucho respeto. Miedo diría yo.

La homosexualidad, aún con agenda, lleva al desorden, o viceversa.

Que «la menstruación es la que impele a muchas mujeres a la limpieza» y que «la experiencia amorosa del varón que vive en su cuerpo en forma de erección repercute en su psicología». Se nos baja to la sangre pa la polla y ¡chico, qué quieres! no nos da pa más, no nos da pa más. Como ahora… gñé, gñé.