Mikel INSAUSTI
«Black Mass»

Crónica de la implicación del FBI con la mafia irlandesa de Boston

Ya se sabía que Scott Cooper era un cineasta a seguirle la pista desde que debutara con “Corazón rebelde” (2009), un magnífico drama de música country protagonizado por Jeff Bridges, que se llevó más de un premio a la Mejor Ópera Prima de aquel año. Después ganó el festival de Roma con su segundo largometraje “Out of Furnace” (2013), aclamado thriller que permanece inédito. Y esta vez sí, nos llega puntual la película que le ha consolidado, gracias a que “Black Mass” se ha situado entre los títulos que suenan para los Óscar.

A este respecto se ha suscitado un interesante debate, porque se da como seguro que Johnny Depp salga nominado, lo que equivaldría premiar su creciente y enloquecida obsesión por el disfraz. En mi modesta opinión la estatuilla se la deberían dar al maquillador, que ha hecho un trabajo de transformación impresionante. Porque si hay que premiar a un actor en la película, ese es el australiano Joel Edgerton, sobre quien recae el verdadero peso dramático de la narración, que se desarrolla muy al estilo de los policiacos del gran James Gray, con toda la influencia que este tiene de los maestros de los años 70.

En aquella década arranca precisamente “Black Mass”, porque el verdadero gángster Jimmy “Whitey” Bulger se convirtió entonces en un capo de la mafia irlandesa de Boston, y para acabar con la competencia italoamericana se hizo informador del FBI, a cambio de lo que obtuvo protección para cometer sus actos delictivos hasta bien entrados los años 80. Dicha impunidad se la aseguraba además el hecho de que su hermano fuese un influyente político en el estado de Massachussets. Por tanto los papeles del agente del FBI al que da vida Joel Edgerton y el del abogado y senador encarnado por Benedict Cumberbatch resultan claves argumentalmente, dentro de la reconstrucción de los hechos.