Mikel ZUBIMENDI

«Supermartes»: la gran etapa reina de la carrera presidencial

Con una docena de estados votando y cientos de delegados en juego, el «Supermartes» se presenta con dos favoritos – Clinton y Trump– y varias incógnitas. Hoy conoceremos los candidatos republicanos que quedan sin opciones y abandonan la carrera. En el campo demócrata, por su parte, se verá si la prueba será de fondo y si se puede llegar vivo hasta los grandes estados urbanos que votan en abril y mayo, donde las posibilidades de Sanders son mayores.

La liberación de Arnaldo Otegi hizo que el de ayer fuera, políticamente hablando, un día especial en Euskal Herria. También lo fue en EEUU. Ayer se celebró el «Supermartes», el día de la carrera por la nominación presidencial donde más estados votaban en los «caucus» y las primarias, donde más delegados estaban en juego. A partir de hoy, el escenario político cambia en EEUU. El «Supermartes» funciona como punto de inflexión porque tiene un enorme impacto en las capacidades de los candidatos para recaudar dinero y poder seguir siendo visibles en un mercado mediático donde salir en antena es cada vez más decisivo y más caro.

Hillary Clinton, en el bando demócrata, y Donald Trump, en el de los republicanos, partían con una considerable ventaja. En tres de los cuatro estados que habían votado hasta ayer salieron victoriosos. Ambos se preparaban para una gran noche en la que esperaban que la viabilidad de sus respectivos contrincantes quedara tocada, la carrera se despejase y las apuestas jugasen, como siempre, a caballo ganador. Ciertamente, el «Supermartes» dará respuestas a muchas de las incógnitas que están en el aire, pero planteará nuevos interrogantes y la volátil pugna presidencial seguirá evolucionando por derroteros aún desconocidos.

No obstante, a la vista de los antecedentes históricos, y de los probables titulares –«victoria de Trump y Clinton»– que no recogerán todo lo que está en juego, sí es previsible que tanto en un bando como en otro se decanten tendencias y, según los resultados, el número de delegados que obtengan y los estados donde ganen o pierdan, pueda haber abandonos o una gran depresión entre los seguidores de los candidatos derrotados.

En el bando demócrata, el «Supermartes» hará visible la diferencia de delegados entre Clinton y Sanders. Teniendo esta asegurada una enorme diferencia en el apoyo entre los «súper delegados» –los líderes del Partido Demócrata–, sacarle al «candidato insurgente» una diferencia de más de 100 delegados haría muy difícil para este hacer creer a sus seguidores que puede alcanzarla, que en los estados que quedan por votar va a encadenar una victoria tras otra. Se verá también si Sanders consigue conectar con el voto afroamericano o no. Georgia, Arkansas o Alabama, por ejemplo, tienen una gran población negra y se verá si se repite la tendencia de Carolina del Sur, donde Clinton arrasó, o Sanders recupera el tono y se apunta algunos tantos en forma de unos buenos puñados de delegados.

Un escenario en el que Sanders solo gane en su propio estado de Vermont sería demoledor para él. Clinton sería la nominada virtual, aunque aún en «stand by». Sanders necesita ganar en más estados y si lo hace en Colorado, Massachusetts, Minnesota u Oklahoma, donde tiene fuerza y los sondeos de su parte, sus expectativas se dispararían y la carrera se tornaría en una prueba de fondo, en la que la lucha de ideas y el choque entre las diferentes políticas en el Partido Demócrata se alargaría y, seguro, se recrudecería.

En el bando republicano, hoy se despejarán varias dudas. Si el candidato del ala evangelista, Ted Cruz, no gana en su estado, Texas, su campaña habrá terminado. Si gana Trump en Texas, donde lideraba las encuestas, sencillamente se lo habrá engullido. Está por ver, asimismo, si el senador de Florida, Marco Rubio, y el gobernador de Ohio, John Kasich, saldrán vivos del «Supermartes» y podrán llegar a sus respectivos estados, que votan el 15 de marzo, con opciones y credibilidad.

Además, muchos estados –incluyendo el gigante Texas– requieren que los candidatos obtengan un mínimo del 20% de los votos para conseguir delegados. La dispersión de aspirantes y la posibilidad de que algunos no alcancen ese porcentaje puede jugar a favor de un Trump lanzado que sumaría un montón de delegados e incrementaría su ventaja frente a sus contrincantes.

Un enfado social genuino

Gane o no gane Donald Trump el «Supermartes», lo cierto es que ya ha conseguido cambiar al Partido Republicano y seguramente también la vida política de EEUU. Le ha cambiado el tono y el temperamento. Independientemente de si desmontará los fundamentos y las bases de la fábrica social estadounidense o no, si lo haría de manera irreversible o no, lo cierto es que representa la esencia destilada de los tiempos, la sonrisa boba del cinismo que domina esta época histórica. No tiene programa ni ideología, pero sí una actitud clara y una sólida postura que alimenta y refuerza la cólera y la alienación de los estadounidenses. Y su apuesta, tan diferente y tan cercana al fascismo que conoció Europa en otras épocas, funciona, claro que funciona, porque existen razones para la cólera social, porque el enfado de la gente es genuino.

En otros parámetros totalmente opuestos, el fenómeno de Bernie Sanders también se alimenta de esa justificada cólera social. Su campaña frente a una Hillary Clinton apoyada por el aparato del partido, los grandes donantes y la mayoría de los medios de comunicación, además de mucho mérito, también ha demostrado tener potencial para cambiar la vida política de EEUU y meter en agenda temas hasta ahora inconcebibles en el discurso del Partido Demócrata.

Su hándicap es su incapacidad, hasta el momento, de persuadir a los votantes afroamericanos. Su mensaje económico, su apelación a una «revolución política» que reclame el poder para la gente, no ha conseguido resonar con fuerza en los estados del sur, con una gran población afroamericana. Pero a diferencia de Carolina del Sur, y si sale reforzado del «Supermartes», le esperan estados clave como Nueva York, Pennsylvania o Michigan que votarán en los meses de abril y mayo, y tienen una población que mayoritariamente vive en grandes urbes, mucho más favorable a captar su discurso.

Sin embargo, todo indica que las próximas semanas no serán fáciles para el veterano Sanders. Las élites corporativas y mediáticas que dictan en gran parte la política de EEUU se afanarán en eliminarlo de la carrera, repitiendo constantemente que todo ha terminado para él.

Tratarán así de desmovilizar a sus votantes, de dañar su discurso y caricaturizar sus ideas. Hacer frente y resistir ante la narrativa que puede emerger en los próximos días en su contra, va a requerir de nuevos apoyos y dosis de entusiasmo.

Sanders no se ha cansado de repetir que está bien preparado para seguir corriendo en la larga distancia. Sus apoyos también. Hoy se verá, en gran medida, si su carrera es a 50 estados o no.

La Corte Suprema de EEUU analiza hoy la espinosa cuestión del derecho al aborto

En un contexto explosivo marcado por la pugna entre la Casa Blanca y la mayoría republicana en el Senado, la Corte Suprema examinará hoy la legalidad de las restricciones de un número creciente de estados a la interrupción voluntaria del embarazo.

El veredicto sobre el caso, que afecta a Texas, traspasará sus fronteras. El alto tribunal examinará una ley de 2013 que impone a las clínicas texanas que practican abortos disponer de un equipamiento quirúrgico comparable al de los hospitales más exclusivos. La ley obliga además a los médicos que practiquen abortos a contar con un derecho de admisión de sus pacientes en un hospital local.

Los redactores de la controvertida ley aducen que su objetivo sería evitar los riesgos sanitarios, pero los defensores de ese derecho de las mujeres destacan que es un falso pretexto en el marco de cuatro decenios de ataques de los republicanos contra «Roe v. wade», la histórica sentencia que en 1973 legalizó el aborto en EEUU.

La ley pone grandes trabas a clínicas que practican abortos seguros y legales (el 75% han tenido que cerrar) y es un obstáculo insuperable para mujeres que quieren abortar pero no pueden abandonar sus trabajos o cargas familiares para ir a otro estado.

Desde 2011, los estados han promulgado 231 legislaciones restrictivas. El número de estados hostiles a ese derecho ha pasado de 13, en 2000, a 27, en 2014.

La audiencia llega en plena pugna entre el Senado y la Casa Blanca para la sustitución del juez ultraconservador Antonin Scalia, fallecido en febrero.

La Corte Suprema cuenta con cuatro jueces conservadores y cuatro progresistas. En caso de empate, las leyes, de Texas y Lousiana, serían validadas de facto.

Una vez más el juez Anthony Kennedy, considerado el más moderado del cuarteto conservador, puede convertirse en el árbitro de un tema que divide a los candidatos en las actuales primarias.GARA