Xabier AÑUA
Exentrenador de Saski Baskonia

Berlín: una fiesta que, tal vez, aguarda un regalo al final

CSKA y Fenerbahçeson los grandestrasatlánticos; elLokomotiv Kuban,un velero ligero ybonito; el Baskonia,una vieja traineraballenera. Tal vezno haya color, peroes suficiente estarlo bastante cercapara poder dar el arponazo.

Han transcurrido ocho años desde la última presencia del Baskonia en una Final Four. Años de travesía del desierto a nivel deportivo y hasta económico, con una fuerte crisis que ha golpeado duramente, y más un club como Baskonia, cuya manera de hacer contractual hacía que jugadores con largos contratos cobraran en forma de crecimiento constante del salario. Las circunstancias han golpeado fuerte al Baskonia, pero esas mismas circunstancias han permitido que nuestro equipo esté de vuelta entre la élite, y con él, su propia gente, que después de unos años duros, vuelve a las gradas de un Buesa Arena que ahora sí se llena, y que en un número superior al millar estarán en la Final Four de Berlín.

Perasovic es el principal responsable de lo que ha ocurrido. El año pasado Laboral Kutxa Baskonia apostaba por un candidato contrastado como el italiano Marco Crespi para hacer volver al club a lo más alto. Visto lo visto, se equivocó. Crespi apenas duraba seis semanas, pero no solo eso, sino que en el camino de un año que acabaría siendo de transición, el equipo experimentó las idas y venidas de no menos de 10-15 jugadores: temporeros, jugadores de relevancia como Doron Perkins o Sasha Vujacic... que en buena medida aportaron a corto plazo, pero que no terminaron de consolidar un proyecto que nace de la exigencia y la solidez de un Velimir Perasovic cada vez más afianzado y maduro.

Maduro es la palabra. Después de sus experiencias en Croacia, Turquía, Valencia, Estudiantes... el técnico que en 2007 salía del Baskonia por la puerta de atrás regresa por la puerta grande. Veo a Perasovic muy maduro, mucho menos crispado que en épocas anteriores y que, al mismo tiempo, ha conseguido hacer jugar al equipo como él desea. Hay que fijarse en sus tiempos muertos. Esté enojado o no, sus jugadores lo escuchan; quiero decir, todos, hasta los que menos juegan. Por su parte, se sorprende cuando dice de sus muchachos que «quieren ganar cada partido». Sus jugadores tienen hambre, que es lo que los empuja, así como la piña que han formado.

Bourousis es «el padre». Considero a Adams y Bourousis los principales armas del Baskonia, bien rodeados por jugadores del carácter que este Baskonia necesitaba, como pudieran ser Hanga o Blazic. Pero todo nace de Bourousis, que parece estar en Gasteiz más a gusto que en ningún otro sitio. De su mano, el equipo juega a lo que ordena; ha logrado que jugadores como Adams, que jamás metían un balón adentro, ahora dé los mejores pases de su vida. Es el cerebro de este Baskonia, que todo el mundo vuelve a temer, porque vuelve a competir.

Opino que Obradovic intentará anular a Bourousis y Adams y, honestamente, será difícil que haya mucho margen para la sorpresa. Haciendo el símil, CSKA y Fenerbahçe son dos trasatlánticos; Lokomotiv Kuban es un bonito velero, ligero y rápido; mientras que este Baskonia es una vieja trainera ballenera, compuesta con gente dispuesta a dar de arponazos. Es posible que pudiera no haber color, pero los balleneros se hacían con piezas enormes... Todo es cuestión de acercarse lo suficiente, y este es el momento en el que el Baskonia más cerca está de dar un gran arponazo.

Esta vez el aficionado no se llevará ningún desengaño. Ni el más optimista forofo del Baskonia hubiese imaginado que Laboral Kutxa Baskonia estaría ahora mismo en Berlín. Las cuatro Final Fours seguidas trajeron que se perdiera tal vez la noción del esfuerzo que supone estar en la élite, con ediciones como la de 2007, en la que los aficionados se trajeron un profundo desengaño, sin poder disfrutar de la propia Final Four.

Estos años de travesía del desierto han demostrado lo difícil que es estar en esa élite europea. Además, el equipo ha llegado tan lejos, mucho más de lo que nadie hubiera esperado, que todo esto es una fiesta. ¿Una fiesta con regalo al final? ¡Ojalá! Pero una fiesta pase lo que pase. Los aplausos de la afición al llegar sus jugadores a Foronda demuestran que estos ya han ganado.