Es sabido que Australia es un país de migrantes. Prácticamente ninguno de sus habitantes puede decir que no tenga un antepasado extranjero. Casi un tercio de la población actual ha nacido fuera de la isla y la estadística sube hasta la mitad cuando se une el hecho de que uno de sus padres haya nacido en el extranjero.

Sabido es también que los migrantes relanzan las tres «P» del crecimiento económico: población, participación y productividad. También lo es el hecho de que se les acusa injustamente, convirtiéndolos en muchos casos en cabeza de turco, de varios males sociales.

No obstante, Australia, el sexto mayor país del mundo en extensión geográfica y uno de los estados con menor densidad de población, con 3 habitantes por km2, es un país que al año recibe de manera programada a 190.000 inmigrantes, de los cuáles dos tercios equivalen a aquellos que cumplen los requisitos del programa de inmigración calificada. Un programa en el que el valor del capital humano debe acreditarse de antemano y adecuarse a la oferta de empleos –normalmente sin poder cubrirlos sobre el terreno o que están en declive– antes de recibir la residencia.

Generadores de riqueza

Según este programa, los interesados en encontrar trabajo en Australia deberían cumplir estos requisitos: tener menos de 50 años; dominar con suficiencia el inglés; buscar una profesión de la Skilled Occupations List, lista de ocupaciones especializadas, que demanda el mercado laboral; tener un título académico y experiencia en el área de competencia.

Corresponde a los interesados ponerse en contacto con la autoridad que puede evaluarlos. Conviene saber que el programa de inmigración calificada se llama «SkillSelect» y en él se puede encontrar la información necesaria y ver si es elegible para distintos tipos de visa.

En concreto, entre los miles de empleos que Australia necesita (más de 150.000 al año) y que ofrece en su lista de ocupaciones calificadas destacan las de ingenieros (mecánicos, industriales, informáticos, de transporte…), enfermeras y médicos (psiquiatras, dentistas, oftalmólogos, urólogos, generalistas…), mecánicos de coche, veterinarios, metalúrgicos, agrónomos, electricistas, carpinteros, fontaneros, profesores de educación infantil, primaria y secundaria, cocineros, etc.

En una economía moderna diversificada, los migrantes generan dinero para el estado (alquiler, escuelas, alimentos...). Son de gran ayuda para que la economía vaya bien, algo de lo que, por razones demográficas, sociales y económicas obvias, Australia no quiere prescindir. Sino todo lo contrario.