Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Malditos vecinos 2»

Un caso de discriminación a las mujeres universitarias

Los fracasos recientes de al gunas segundas partes en la taquilla estadounidense habían llevado a algunos analistas a hablar de una enfermedad llamada “secuelitis”, que no parace afectar a la franquicia “Malditos vecinos”, porque esta continuación es superior a la entrega precedente, lo cual tampoco era muy difícil. Pero hay que reconocerle al actor cómico Seth Rogen y a su socio Evan Goldberg la habilidad suficiente para no repetir errores, dando un giro de 180 grados a la fórmula inicial, para apuntarse en “Sorority Rising” a la comedia gamberra femenina que está tan de moda en Hollywood.

Para que los críticos y los internautas no vayamos de listos, los cinco guionistas de la película se nos han adelantado, poniendo en boca del padre de una de las jóvenes protagonistas el típico comentario que se le suece achacar a la comedia gamberra feminina, cuando dice el hombre que le parece ridículo que las chicas quieran imitar en todo a los chicos, hasta en las idioteces que ellos hacen. Pues sí, porque se trata de un tema de igualdad, y ellas tienen el mismo derecho a hacer lo que les venga en gana, por estúpido que nos pueda parecer. La cuestión es que siempre dependa de una decisión libre, y no impuesta.

Aun estando ante una comedia de vocación puramente comercial, al menos sirve para conocer un flagrante caso de discriminación por razón de sexo que se viene dando en la sociedad estadounidense. Y es que resulta que las estudiantes universitarias, por mucho que paguen la matricula como los estudiantes universitarios, no gozan de los mismos derechos. A los chicos se les permite en el campus organizar las consabidas fiestas de las fraternidades masculinas, mientras que las fraternidades femeninas lo tienen prohibido. El grupo liderado en la ficción por Chloë Grace Moretz se rebela contra la prohibición y alquila una casa para uso festivo, lo que provoca alarma en el vecindario.