Mikel ZUBIMENDI

Australia, en un limbo que amenaza con una esclerosis política y financiera

Las elecciones en Australia han dejado un panorama de incertidumbre, con un resultado en el aire y un ambiente enrarecido lleno de acusaciones tóxicas entre los candidatos. El primer ministro, Malcolm Turnbull, pierde su apuesta, su figura se debilita. Los laboristas logran un resultado inesperado y los partidos minoritarios son los grandes beneficiados.

Tras una legislatura de solo tres años, la coalición de centro-derecha al frente del Gobierno australiano ha conseguido una amarga y pírrica victoria, sin un mandato para gobernar. Tras perder al menos 22 escaños y pasar de los 90 que tenía a los 68 que le dan los primeros resultados, lejos de los 76 necesarios para la mayoría absoluta, el primer ministro Malcolm Turnbull ha perdido su apuesta. Ni consigue la estabilidad que buscaba, ni refuerza su liderazgo. Su Partido Liberal es hoy una empresa quemada y con grandes averías que parece imposible arreglar a corto plazo.

Por contra, y a falta de recontar el voto por correo y por procuración, un proceso que puede durar cuando menos varios días, su rival, el Partido Laborista, ha tenido unos resultados que pocos esperaban. Habría ganado al menos 12 escaños para pasar de 55 a 67. En una situación de empate técnico, los partidos minoritarios y los candidatos independientes serían los mayores beneficiarios, ya que tendrán un rol muy relevante.

Aunque, en teoría, no tener una sólida mayoría parlamentaria no significa necesariamente una prolongada inestabilidad ni que el país caiga en una esclerosis política, lo cierto es que Australia entra en una fase turbulenta. La polarización política es muy fuerte, el discurso y las acusaciones entre los partidos tradicionales son tóxicas, y el desencanto social hacia el establishment aumenta. Por ahora, no parece que haya nadie a los mandos con la integridad y la capacidad necesaria para abordar los problemas del país.

Baja la nota

Como era de esperar, la incertidumbre política y el ambiente enrarecido que han dejado las elecciones legislativas, unidos a la preocupación general que ha desatado el Brexit y a la carrera presidencial en EEUU, han tenido un impacto en el mercado internacional financiero.

Agencias de calificación como Standard & Poor’s o Fitch ya han dejado caer que Australia podría perder su nota de calificación de deuda soberana, en concreto la AAA, la mejor de todas. Algo que le permitía acceder a capitales con tasas muy ventajosas en el mercado. «Sea cual sea el Gobierno –informaron–, si se entra en una fase de bloqueo parlamentario sobre el presupuesto y las reformas podríamos bajar la nota».

Según el análisis de estas agencias, los Parlamentos sin mayoría históricamente no han sido sinónimo de buena gobernanza y de reformas. Dando por buena la posibilidad de tres años de parálisis presupuestaria, indicaron que en ese caso el banco central del país sería la única autoridad dotada de útiles para gestionar la economía.

La tradición del vals de los primeros ministros

Durante los últimos años Australia ha conocido un baile de primeros ministros que son laminados por «golpes de estado» internos, sea mediante el voto de los parlamentarios del partido, políticamente motivado y dirigido a tumbarlos, o por polémicas internas amplificadas por los medios que han terminado destruyéndolos. En los últimos años tres primeros ministros han sido apartados de sus cargos por sus propios partidos y el país ha llegado a tener cuatro primeros ministros en un periodo de dos años y medio.

El hasta ahora primer ministro, Malcolm Turnbull, no ha sido una excepción. Este multimillonario banquero, asociado a Goldman Sachs, llegó al cargo en setiembre con un «golpe» en el Partido Liberal de centro-derecha, tras una votación del grupo parlamentario que tumbó a su antecesor, el impopular Tony Abbott. Con las elecciones anticipadas ha querido reafirmar su liderazgo y legitimar aquel «golpe». Pero no ha tenido éxito. Deja un partido desunido y sin mayoría. Ya hay quien le considera el «David Cameron del hemisferio sur». M.Z.