Ramón SOLA
iruñeko sanferminak I desde las gateras del callejón

Del héroe al antihéroe

De entre las cientos de historias humanas que depara cada encierro, quedémonos con dos, a modo de cara y cruz. El héroe del segundo encierro se llama Marshall Campbell. Es el hombre que cogió el toro por los cuernos –y no es metáfora sino pura realidad– para sacarlo de la pared de Estafeta en la que acababa de empitonar a un sudafricano de 73 años e iba a hacer lo mismo con una mujer rubia. Esta se llama Cindy. Y Marshall, efectivamente, es su marido, y ahora además también quien quizás le salvó la vida en una locura en unas vacaciones exóticas a miles de kilómetros de su casa de Arizona.

Al antihéroe del tercer encierro (dícese del «protagonista de una obra cuyas acciones o motivos son cuestionables») es mejor no ponerle nombre, aunque seguramente la Policía Municipal ya lo haya hecho antes de estamparle una o más recetas. No fue el único impertinente, pero sí el más llamativo. Primero se apoyó en el cuerno del toro para ponerse a su altura y superarlo, luego se cruzó ante él de izquierda a derecha, «chupó» demasiados metros y entró al callejón con la mano sobre la cabeza del morlaco. Un atleta, sí, pero es realmente difícil hacer más cosas indebidas en menos tiempo.