Miren SÁENZ
natación

Entre silbidos y críticas

Efimova se cuelga la medalla de plata en 100 braza y Sun Yang el oro en 200 libre en medio de las críticas de algunos nadadores.

Yulia Efimova fue recibida en el Estadio Acuático entre abucheos, que se repitieron cuando la rusa salió de la piscina con frases como «No más doping», mientras a Sun Yang hubo que invitarle a abandonar el recinto porque el chino no encontraba el momento de poner fin a su celebración tras ganar los 200 metros libre. Los dos fueron el centro de las críticas de sus homólogos; de los silbidos se pasó a las declaraciones y en un ambiente enrarecido se desarrollaron pruebas y podios.

La participación de Efimova estuvo en duda hasta el último momento por el veto a los deportistas rusos, aunque la tetracampeona mundial y bronce en Londres’2012 fue admitida, pese a contar en su historial con dos positivos. Ayer ganó la medalla de plata en 100 braza.

Lilly King tuvo que batir el récord olímpico para privarle del oro (1:04.93) y la pelea continuó en el podio. La estadounidense, se negó a felicitar a la rusa, horas después de despacharse a gusto en una televisión donde imitando el gesto de Efimova aseguró: «Tu mueves tu dedo de 'número uno' y te han atrapado haciendo trampa con drogas».

Así que tras superarle King prosiguió su discurso: «Se trata de mis primeros Juegos Olímpicos y estoy orgullosa de representar a los Estados Unidos. Yo digo lo que todos piensan. Esta es una victoria para el deporte limpio», señaló mientras ante una pregunta de los periodistas se declaraba partidaria de excluir a los deportistas con pasado de dopaje, incluso a su compañero de equipo Justin Gatlin.

Hasta Michael Phelps tomó cartas en el asunto para apoyar a su compatriota: «Lilly tiene toda la razón, eso no tiene nada que ver con el auténtico sentido del deporte y me jode», afirmó.

Efimova, que nació hace 24 años en Grozni y abandonó la capital chechena en 1994 escapando de la guerra, ha estado entrenando los últimos cuatro años en Estados Unidos. «Puedo entender la actitud de algunos atletas, lo que no entiendo es cuando se meten en política, leen periódicos, ven la televisión pero no tienen ni idea de los hechos. Aquellos que me conocen ven como entreno, como lo entrego todo, molesta cuando la política se mete en el deporte», criticó la subcampeona, que lloró aunque no de emoción.

El show de Sun

Sí parecía estarlo Sun Yang hasta que empezó el revuelo. O al menos así lo escenificó después de convertirse en el nuevo campeón olímpico de los 200 metros libre; una prueba de prestigio que en la pileta carioca, tan agradecida para los registros, no lució en todo su esplendor. El chino salió como un tiro, olvidando que el 200 requiere cierta reserva para aguantar con garantías la segunda parte de la prueba. A él no le hizo falta para superar al sudafricano Chad Le Clos, que una hora después de colgarse la plata se había citado con Phelps en las semifinales del 200 mariposa.

El estadounidense Conor Dwyer se agarró al bronce y se quedaron fuera del podio el inglés James Guy, cuarto, el gigante alemán Biedermann, sexto, e incluso el japonés Hagino, séptimo. Pese a que la prueba tenía nivel no pasará a la posteridad como una de las mejores del certamen, aunque quizás quede la anécdota de la celebración de su ganador, saltándose el protocolo y pasándose del horario.

El show de Sun fue menos largo que el de Bolt y bastante menos intenso, pero el chino –que une el oro del 200 libre a la plata del 400 y le queda el 1.500– se tomó su tiempo para posar ante los fotógrafos, tirar su gorro al público y saludar al personal que en ese momento se encontraba al borde de la piscina. Hubo que invitarle a marcharse para reanudar la competición.

El polémico nadador chino, suspendido tres meses en 2014 por un positivo de trimetazidina, siempre es motivo de comentario; bien sea por las disputas con sus entrenadores, sus relaciones amorosas o el desafortunado incidente que mantuvo con una nadadora brasileña en Kazán y su posterior espantada de la final del 1500. En Río discutió con Mark Horton en la piscina de calentamiento cuando el australiano le dijo que no tenía tiempo para dopados y luego le ganó en el 400. El asunto ha encendido las redes sociales chinas que exigen disculpas, aunque la jefa de misión del equipo olímpico aussie no está por la labor.

El exatleta Michael Johnson, tetracampeón olímpico en 200 y 400, se posicionó en favor de Horton. «No tengo ningún respeto por los dopados. No deberían acudir a los Juegos.

El francés Camille Lacourt, subcampeón del mundo de 100 metros espalda y en Río solo quinto, fue más lejos y le acusó de lo mismo «no tienen nada que hacer en el deporte. Deberían hacer su Federación de dopados y competir entre ellos. Me asquea ver a tramposos en los podios. En el 200 libre, Sun Yang mea violeta».

Los decepcionados

Los deportistas han hablado y las carreras siguen. Sun sucede en el palmarés al francés Yannick Agnel, que por cierto les había puesto a caldo. El gigante de Nimes cuelga el bañador tras quedarse fuera en las eliminatorias, mientras también los 200 libre tienen su damnificada femenina. La estadounidense Missy Frankin, con cinco oros olímpicos en la vitrina, se hundió en las semifinales y se perdió la final de la pasada madrugada. En la braza tampoco Ruta Meilutyte estaba para sambas. La lituana defendía el título conseguido en Londres con 15 años y terminó séptima, a un mundo de King y Efimova.

 

Las anchas espaldas de Hosszu y Murphy

Katinka Hosszu le está poniendo las cosas muy difíciles a Katie Ledecky, en esa rivalidad por quién de las dos va a ser la mejor nadadora en el Estadio Acuático. La húngara se colgó su segunda medalla de oro en el 100 espalda y un rato después se fue a dominar su semifinal de los 200 estilos para renunciar horas después a los 200 mariposa. Por algo se le conoce como Iron Lady. La nadadora más estajanovista del planeta está recaudando en Río lo que perdió en Londres. Inscrita en seis pruebas y adicta a los programas saturados, la húngara, que prácticamente vive en la piscina con la compañía constante de su marido y entrenador, es la ondina omnipresente en todas y cada una de las competiciones que le mantienen en activo todo el año.

Tiene 27 años, una edad peligrosa en pruebas tan exigentes como los 4oo metros estilos, donde la nadadora magiar demuestra su nivel de resistencia. Está más rápida que nunca, su estratosférico récord en la prueba que corona a la nadadora más completa ha levantado ciertas suspicacias, y pretende seguir así hasta que el cuerpo aguante. Escoltada no por dos, sino por tres chicas en el podio –Kathleen Baker se llevó la plata, mientras Kylie Masse y una feliz Yuanhui Fu compartían el primer bronce ex aequo del certamen– ganó de calle una final muy igualada, con la plata y el bronce en una centésima.

Estados Unidos toma ventaja en el medallero de natación coincidiendo con los 100 metros espalda masculinos. La carrera tiene el sello «made in Usa» hasta el punto de que el triunfo yanqui es una tradición. Solo en los Juegos de Moscú, boicoteados por los americanos, no lo hubo. En Río la prueba se saldó con doblete: oro para Ryan Murphy y bronce para David Plumer, mientras el chino Jiayu Xu se coló entre los dos. Murphy se llevó el premio grande adornado con récord olímpico tras quedase a 3 centésimas del tope mundial que Aaron Peirsol estableció en 2009. Es uno de los muros por derribar de la era del poliuretano, cuando los bañadores de plástico revolucionaron las tablas. Solo Peirsol había bajado de los 52 segundos hasta que Murphy, su sucesor, remató la faena en 51.97. El australiano Mitchell, doble campeón mundial, solo pudo ser cuarto, mientras Lacourt se irá sin chapa y enfadado. M.S.