Jose Manuel CASTILLO
RECUPERANDO LA MEMORIA DE LA CATÁSTROFE

LA HISTORIA OCULTA DE LAS BERMEARRAS QUE SUFRIERON LA GALERNA DE 1912

TODAVÍA SOBRECOGE LA HISTORIA DE LOS 143 MARINEROS VIZCAÍNOS QUE PERDIERON LA VIDA EN LA GALERNA DE 1912. MENOS CONOCIDA ES LA HISTORIA DE LAS MUJERES QUE SE QUEDARON EN TIERRA. CON EL FIN DE HOMENAJEAR A ESTAS «ITSASEMAKUMEAK»&FLEXSPACE;LA INVESTIGADORA ISABEL LETE, HA ESCRITO Y PRESENTADO EN BERMEO “LA GALERNA Y LA MAR”.

«Odiando la mar sin cuyo aire no imaginaban vivir», así es como describe en uno de los primeros capítulos de su libro la situación en la que quedaron las 75 mujeres de los puertos de Bizkaia a quienes la galerna de la noche del 12 de agosto de 1912 dejó viudas. Enmarcado en los actos del 104 aniversario de aquella catástrofe, este jueves la investigadora y divulgadora experta en galernas Isabel Lete, presentó su libro “La Galerna y la mar” en el Museo de los Pescadores de Bermeo.

«Tejer redes, coser, limpiar, cargar la carga y otros muchos trabajos sucios, duros, invisibles y no pagados... esos los hacían las mujeres en los puertos. Mi libro homenajea a todas esas mujeres y en especial a las 75 viudas de la galerna», describió Lete como presentación. Aparte de recordar, que sin el «duro oficio» de estas bermearras, salir a faenar para los hombres sería prácticamente imposible.

Lete quiso recordar que la ya de por sí dura situación de las itsasemakumeak solo empeoró con la perdida de sus hombres. Con un riguroso luto de cinco años por delante, al quedarse sin marido muchas mujeres perdieron también su principal sustento social y económico. «Es cierto que las instituciones vascas recaudaron mucho dinero para compensar a las víctimas, pero solo una parte ínfima llegó a las mujeres», especificó la autora.

Pese a que los nombres de la historia son ficticios, las historias contadas son «reales y documentadas». Así, por sus paginas nos encontraremos desde la historia de la mujer más humilde de Bermeo, la que se quedó viuda con seis hijos, hasta la de la «noble y ricachona a la que la galerna le pilló de veraneo en la playa».

Mención especial hizo la escritora al «carácter bermeano» de aquellas mujeres. Como ejemplo puso el «especial fervor» con que rogaban a sus santos. «Aquellas mujeres eran muy creyentes, pero a su manera: amenazaban a los santos de tú a tú para que sus maridos volvieran sanos y salvos a tierra y con buena pesca, y si no era así no dudaban en liarse a palazos con la figura del santo», explicó Lete. Prueba de este carácter, la figura de San Lázaro que el museo recuperó, en un estado «nefasto después de sufrir la ira de las bermeanas durante años».

En el mismo sentido, Lete explicó que no imagina a las mujeres bermearras «llorando» esperando a que vinieran sus maridos de la mar, sino que se dedicaban a cuidar a ancianos y niños, arreglar botes del puerto o comerciar con la pesca.

Situación actual

Pese a apuntar que una galerna con las consecuencias de la de 1912 «hoy en día es impensable», Lete sí quiso remarcar las «precarias condiciones» con que trabajan aún muchas mujeres en los puertos comerciales o en las conserveras. Según la escritora deustuarra, estas son las «descendientes vivas de aquellas itsasemakumeak».

La portada del libro la ilustra el monumento a las bateleras construido en la bahía de Pasaia. Unas mujeres que históricamente se dedicaban al transporte de carga y pasajeros de orilla a orilla. Hoy en día, toda esta labor tiene su reconocimiento en la trainera femenina de Pasai Donibane, que con el nombre de “Batelerak” se ha hecho con las dos últimas Banderas de La Concha. Tan novedosa proeza, en un deporte hasta hace muy poco solamente de hombres, viene a ser otro reflejo del coraje de aquellas itsasemakumeak.