Dabid LAZKANOITURBURU

Yemen se hunde en una guerra de desgaste y sin visos de final a la vista

La reanudación el pasado 9 de agosto de los bombardeos de la coalición dirigida por Arabia Saudí contra los rebeldes huthíes en sus feudos del norte y en la capital, Sanaa, y los contraataques de estos últimos certifican el fracaso de tres meses de negociaciones en Kuwait con el gobierno yemení, refugiado en el sur, bajo los auspicios de la ONU.

Las negociaciones, que duraban ya casi cuatro meses, saltaron por los aires cuando los rebeldes huthíes (de la minoría zaydí del norte del país) y sus aliados del partido Congreso General del Pueblo (CGP), del hace años derrocado presidente Ali Abdallah Saleh, anunciaron el 29 de julio la creación de un Consejo Político Supremo (CPS) .

Dicha estructura reemplazaría al Consejo Revolucionario Supremo, instaurado por el movimiento huthí de Ansar Allah en febrero de 2015 después de que expulsara de la capital, Sanaa, al gobierno de transición del presidente de Yemen, Abd Rabbo Mansour Hadi.

Este último, en su día número dos de Saleh, fue designado presidente en un proceso de transición auspiciado por Arabia Saudí y EEUU para pilotar y controlar el derrocamiento del viejo régimen, liderado durante 30 años por el propio Saleh.

Aprovechando el malestar y la insatisfacción ante los magros resultados de la revuelta de 2011, los rebeldes huthíes lanzaron una ofensiva desde sus feudos del norte en setiembre de 2014 y, tras tomar el control de Sanaa, se expandieron hacia regiones del centro y sur de Yemen con la comprensión y el apoyo de parte de la población.

Con la excusa del apoyo de Irán y de Hizbulah a los rebeldes chiíes, Arabia Saudí lidera desde marzo de 2015 una campaña de bombardeos que ha permitido a las tropas sureñas leales al presidente Hadi recuperar posiciones en el sur y centro del país pero es incapaz de dar un vuelco a la guerra.

Eterno empate

Farea al-Muslimi, especialista yemení del Carnegie Middle East Center, señala que «ambos bandos están decididos a demostrar que son mejores haciendo la guerra que firmando la paz». Muslimi explica que «los saudíes no se esperaban» que rebeldes y militares adscritos a Saleh se atrevieran a lanzar semejante desafío al anunciar la creación del CPS.

Estos últimos rechazan asumir la resolución 2216 de la ONU, base de las negociaciones, y que consideran una capitulación ya que exige a todos los partidos políticos prescindir en el futuro de milicias armadas.

El acuerdo incluiría el repliegue de los rebeldes de las ciudades bajo su control y la entrega del armamento pesado a un comité gubernamental.

Anthony Cordeman, experto estadounidense, augura una larga guerra. El general saudí Ahmed al-Assiri confirma que «llevará tiempo expulsar a los rebeldes pero ganaremos». El mismo general que en marzo de este año anunció «el fin de las grandes operaciones de combate». Como George W. Bush en Irak.