M.I.
«Lejos del mar»

Del conflicto político al melodrama incurable

L a última realización de Imanol Uribe fue recibida hace un año en Donostia con una mezcla de desconcierto e incredulidad, tanto por parte del público como de la crítica. Puede que se deba a que “Lejos del mar” ha quedado demasiado distanciada en el tiempo con respecto a “La fuga de Segovia” (1981), “La muerte de Mikel” (1983) o “Días contados” (1994), y también a que la situación coyuntural es otra; pero la cuestión es que su visión o interpretación ficcional de la doctrina Parot ha sorprendido a propios y extraños, y no precisamente para bien. Uribe pasa ahora del conflicto político a una melodramatización desaforada de sus consecuencias personales, con un argumento que recuerda al esquema planteado por Eloy de la Iglesia en su proyecto inédito “Galopa y corta el viento”. En este caso un expreso se encuentra con la hija de la víctima del atentado por el que fuera condenado, pero ella confunde la venganza con su profesión médica, que le impide matar y le obliga a curar. Y la confusión de sentimientos lleva al sexo, lo que resulta demasiado enrevesado para un periodo en el que se busca la reconciliación. El reparto tampoco ayuda a la ubicación de los personajes en su verdadero origen.