Jon ORMAZABAL
Pelota

La txapela de la gratitud

Un Bizkaia lleno hasta los topes se rindió en el homenaje a un Berasaluze II que se despidió con 16 tantos.

Junto con la makila, la txapela es el objeto que otorga mayor reconocimiento en la cultura de Euskal Herria. Los más de 18 años como profesional y los 1.012 partidos disputados no le bastaron a Pablo Berasaluze para calarse ninguna prenda en su cabeza pero, sin embargo, pocos campeones han tenido la oportunidad de despedirse de los pelotazales con el cariño y el entusiasmo con el que el faraónico Bizkaia de Bilbo despidió al «artista» de Berriz.

Y es que en la eterna batalla entre los resultadistas y los amantes de lo estético, hace ya muchos años, probablemente desde que acudía con su padre al Astelena a ver a Panpi Ladutxe, Pablo Berasaluze siempre ha estado en el bando de los artistas, labrándose el cariño de muchísimos pelotazales.

Y como si estos no hubieran tenido suficientes oportunidades para agraceder al de Berriz tantas y tantas fantásticas tardes de esa pasión compartida llamada pelota, el Bizkaia de Bilbo se llenó ayer para ofrecer a Berasaluze II ese no siempre valorado reconocimiento.

A pedir de boca

Desde que en primavera anunciara que este iba a ser su última temporada como profesional, Pablo siempre ha manifestado su deseo de dejarlo en lo más alto y, tras un verano a muy buen nivel, quiso un último partido exigente, con un Mikel Urrutikoetxea al que ha dado el relevo como referencia en Bizkaia como zaguero y ante Aimar Olaizola «el mejor pelotari contra el que he jugado» según el de Berriz y Mikel Larunbe, que también se mostró capaz de tomar el testigo con un partidazo.

Quería un adiós exigente y, sobre todo al principio, sus rivales le apretaron, aunque también es verdad que terminó teniendo mucha más pelota con la que mostrar ese repertorio con el que ha cautivado a tantos y tantos pelotazales. Como guinda, tras un nudo bastante igualado y entretenido, la pareja vizcaina se llevó el partido, con un último tanto en el que Berasaluze hizo el saque con el público en pie y que terminó con una de esas paraditas al txoko que pocos podrán igualar en años venideros. Así se cerró, con un 22-18, el partido 1.012 de Pablo Berasaluze, en el que el delantero vizcaino cruzó 100 pelotazos a buena, una cifra redonda para un día perfecto.

Tras la última obra de arte del artista, comenzó el agasajo, la parte del programa en la que, por personalidad, más incómodo se le vio al pelotari, que quiso dedicar todo lo vivido durante la jornada a su aita, José Antonio, cuyo nombre deportivo –Berasaluze II– ha llevado en la espalda en los últimos tres años que ha jugado como profesional.

Con las luces del Bizkaia apagadas, comenzaron a aparecer las sorpresas entre el pasillo formado por los chavales de la escuela de pelota de Iurreta, donde cuentan con un profesor de lujo, y, desde luego, la más original fue la del típico aurresku, que fue interpretado por su compañero y paisano Ibai Zabala, que demostró maneras. También resultó muy emotivo el ramo que le llevaron sus sobrinos.

A partir de ahí comenzó el habitual intercambio de obsequios que llegaron de su excompañero Karmelo Ariznabarreta, en la actualidad presidente de la Federación de Bizkaia, la de Nafarroa, de patrocinadores, de su empresa Asegarce, de manos de Pedro García y Karlos Arguiñano, y de la Diputación de Bizkaia, con Unai Rementeria.

Luego llegó el turno de los saludos y abrazos a compañeros y a amigos como Marino Lejarreta, que se quedó sin ver su amado Giro de Lombardia por acudir a Bilbo. El Lehendakari Urkullu y Andoni Ortuzar (EBB) también acompañaron a un Pablo Berasaluze que ya luce la txapela del reconicimiento.