Ingo NIEBEL
Colonia

LA DERECHISTA ALTERNATIVA PARA ALEMANIA CRECE A NIVEL FEDERAL

Los éxitos en dos elecciones regionales han dado oxígeno a la Alternativa para Alemania, un partido derechista y xenófobo. Según sondeos, podría convertirse en la tercera fuerza más votada a nivel federal. Su subida influye en la acción política de la CDU de Merkel.

Si hoy hubiese elecciones generales en Alemania, la Alternativa para Alemania (AfD) se situaría, con el 14%, como tercera fuerza detrás de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel y del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de su vicecanciller Sigmar Gabriel, que obtendrían el 33% y el 23%, respectivamente. Cuartos quedarían los ecologistas Verdes con 10 puntos, seguidos por el partido Die Linke (La Izquierda) con 9 puntos y el Partido Liberaldemocrático (FDP) con 6 puntos.

La AfD sigue extendiéndose en el paisaje político de Alemania. Hasta ahora está presente en 10 de los 16 hemiciclos regionales. La CDU se resiste aún a colaborar políticamente con la competencia que le ha surgido a su derecha, pero es cuestión de tiempo que lo haga. Una diputada federal ya ha llamado la atención empleando un término del repertorio nazi muy usado por la Nueva Derecha. Además, el ala derecha de Merkel ha anunciado que va a reiniciar el debate sobre la denominada «cultura líder» y un nuevo patriotismo. Justamente la ausencia de este espinoso tema ha hecho que Merkel pudiera atraer muchos votos de gente más cercana a posiciones del SPD y de los Verdes.

A ello se añade que a lo largo de los 11 años que Merkel lleva gobernando el país a base de diferentes bipartitos, en el Bundestag se ha creado una «coalición megagrande» ante cuestiones fundamentales como el rescate al euro y a los bancos, las ayudas a Grecia y la política exterior en general. Die Linke es el partido que aún se diferencia de los otros, pero tampoco demasiado porque a una parte le gustaría formar un tripartito con el SPD y los Verdes para desbancar a Merkel.

Sin amigos ni compromisos

La AfD por el momento no tiene que autolimitarse y por eso su mensaje se dirige contra toda la «casta» del sistema político alemán. Dado que por ahora no pretende formar coaliciones, opta por la oposición y por ello no tiene que hacer amigos ni respetar compromisos. Emplea ahora un lenguaje que recicla términos nazis que sólo conocen quienes han estudiado el tema más allá del “Heil Hitler” y el “Sieg Heil”.

De esta forma, el sector más derechista y cercano al neonazismo logra atraer simpatizantes del 30% de la sociedad alemana que desde hace más de tres décadas se inclina hacia esas posiciones, pero que hasta ahora no había encontrado ningún partido que las llevara a las instituciones políticas. Este sector de la AfD lo representa, entre otros, Björn Höcke, a la sazón coportavoz de la AfD de Turingia. Su retórica hace recordar la del ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels, aunque Höcke sabe cómo expresarse para evitar, por un lado, problemas con la Justicia por apología al nazismo y, por otro, llegar a sus seguidores más ultras. Estos últimos se hallan sobre todo en el este alemán, donde está surgiendo una nueva violencia política de índole xenófoba, que encaja con movimientos como Pegida en Dresde que sirven a la AfD regional como cantera electoral. De ahí han surgido denominaciones como «traidores a la patria», «régimen» y «prensa mentirosa» con las que se refieren a los representantes del Gobierno y a todos los medios que no están en su onda.

Otro sector de la AfD se centra en los votantes de clase media que han dejado de votar a la CDU, pasándose a la abstención. También a ellos les llega el mensaje del miedo que habla del derrumbe de este sector social mayoritariamente burgués. De ahí surgió la AfD primitiva en 2013, fundada ante todo por catedráticos que se oponían a la política de «rescate del euro» de Merkel. En 2015 se produjo una escisión en la AfD que se radicalizaría en sus posiciones xenófobos, derechistas y ambiguas hacia el antisemitismo neonazi. A ello se añade un discurso neopatriótico que une a integrantes de la clase media con las personas que viven de las ayudas estatales y que se ven amenazadas por la llegada de los refugiados. Ante ambos grupos sociales la AfD se presenta como el partido de la «justicia social». El mensaje cala porque atrae constantemente votantes, sobre todo de la CDU, pero también del Linke, aunque el programa electoral de la AfD es plenamente neoliberal.

El máximo representante del ala nacionalconservadora es Jörg Meuthen, quien lidera la formación conjuntamente con Frauke Petry. Su socia, a la sazón presidenta del grupo parlamentario y del comité regional de Sajonia, encarna el papel de la anti-Merkel. Petry ha atraído el interés mediático empleando un término del repertorio nazi y diciendo que su significado es neutral. Actualmente representa un tercer bloque de poder entre Meuthen y Höcke. Dado que la AfD puede ganar bastante en futuras elecciones, aún queda mucho por repartir. Pero tarde o temprano habrá mayores roces entre estos tres focos en la medida en que la AfD tendrá la posibilidad de gobernar con otro partido.