El presidente ruso, Vladimir Putin, ha decidido jugar la carta del rearme nuclear para acabar con lo que considera «manía persecutoria» por parte de EEUU y Occidente, y exigir el fin de las sanciones a la economía rusa.

Así se entiende la decisión del jefe del Kremlin, que el lunes remitió a la Duma, Cámara baja del Parlamento, un decreto para suspender el tratado con EEUU para la reconversión de plutonio militar en combustible nuclear de uso pacífico.

El decreto, que será probablemente debatido la próxima semana antes de pasar al Senado, no deja lugar a dudas sobre las motivaciones políticas de la medida y establece claramente las condiciones de Rusia para reanudar la aplicación del tratado.

El documento justifica la decisión por «la amenaza a la estabilidad estratégica ante las acciones hostiles de EEUU hacia Rusia y la incapacidad de garantizar el cumplimiento de sus compromisos de reutilizar el plutonio militar».

«Listado de afrentas»

Pero más allá de los aspectos militares, el proyecto de ley que ratificará esta suspensión incluye una «lista de afrentas» desde las sanciones impuestas a Moscú hasta el incremento de las fuerzas de la OTAN y de EEUU cerca de las fronteras rusas, que «altera de manera radical el equilibrio estratégico en Europa».

Para renovar la vigencia del tratado sobre el plutonio, Moscú exige el levantamiento de las sanciones a Rusia por la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea, el pago de compensaciones por los daños y el fin de la Ley Magnitski que EEUU aprobó en 2012 y que permite sancionar a ciudadanos rusos por violaciones de los derechos humanos.