Carlos GIL
Analista cultural

Faenas

Al acabar la representación de “Escuadra hacia la muerte” de Alfonso Sastre en el Teatro María Guerrero el pasado viernes, se produjo una reunión espontánea de urgencia. Javier Villán, Xabi Puertas, Antonio Malonda, con cara de estupefacción, todos con un malestar tremendo. No nos había gustado nada la puesta en escena hecha por Paco Azorín, que además firmaba la “versión” en la que se habían eliminado textos de Alfonso e incrustado poemas de Brecht.

Javier Villán y un servidor debíamos escribir la crítica. Ambos hemos sido críticos taurinos y hablábamos de faena de aliño para referirnos a lo que debíamos hacer con la obra presenciada, con la admiración hacia Alfonso y el juicio atinado sobre lo  visionado. Me llamó casi de madrugada para consultarme dudas. Para darme el titular de su crítica, esa “traición” que le endosaba al versionista y director. Tuve más horas para reposar mis apreciaciones que se expresaron en un estado espinoso lleno de contradicciones. Son faenas. Momentos duros, donde cada palabra pesa de manera específica. No se quiere herir a nadie, pero la evidencia del desorden escénico obliga. Desde siempre me he preguntado, ¿para qué utilizar una obra de alguien si no te gusta y la quieres cambiar y darle la vuelta estética, ética o políticamente? Ir contra la obra y su autor no tiene sentido. Se perdonan todas equivocaciones. Todas. No las desafecciones gratuitas.