Jon ORMAZABAL
Pelota

Jokin Altuna hereda el legado de Aimar en la jaula

El de Amezketa, muy superior al de Goizueta, con molestias en el hombro, disputará su primera final.

OLAIZOLA II 13

ALTUNA III 22


Con el riesgo y la osadía de realizar este tipo de afirmaciones, Jokin Altuna tendrá que jugar mucho y muchas veces seguidas para acercarse al palmarés del de Goizueta, se puede decir que el pelotari de Amezketa tomó el relevo de un Aimar Olaizola que no pudo regalarse, para su 37 aniversario, una nueva clasificación para la final de su campeonato fetiche.

Y es que, en el partido más importante de su carrera, el que salió más enchufado, el que remató con precisión de cirujano, el que desarboló a su rival con su gancho de izquierda, el que fue más en el peloteo cuando este se alargaba, el que, a pesar de sus dos faltas, mejor sacó, el que nunca tuvo miedo a perder... en definitiva, el que más se arrimó a esa perfección de la que tan cerca ha estado Olaizola II tantas veces, fue el pelotari emergente, mientras que el siete veces campeón de la jaula estuvo incómodo en todo momento, más aún cuando su hombro se resintió tras el ganchazo con el que hizo el 5-6, el momento que más cerca estuvo de su rival en todo momento.

Porque también en su trayectoria en el campeonato ha recordado Jokin Altuna al Aimar Olaizola de las mejores ocasiones. Tras un verano plétorico, comenzó la jaula gastado, justo de chispa y, por momentos, estuvo cerca de la eliminación en ese mismo Atano III que ayer puso en ebullición cuando perdía ante Víctor por 12-15. Pero superado ese instante crítico con una remontada épica, las semanas con un solo partido y las dos de descanso previas a esta semifinal le han servido para presentarse en el momento óptimo.

Y eso se pudo comprobar desde el primer tanto, el más peloteado del partido con 19 pelotazos. A pesar de sus dos faltas de saque, tomó el mando del partido desde el inicio, pegando su primer estirón en el 1-6.

Impotencia del campeón

Tuvo el de Goizueta sus dos intentos de acercamiento, en el mencionado 5-6 y poco después en el 8-11, tanto conseguido de saque al tratar de repetir el tantazo que logró en el 1-3, al restar de aire. Esta vez se equivocó.

Fue prácticamente el único error en un partido en el que, por lo demás, fue muy superior al de Asegarce en todas las facetas del juego, empezando por el saque, jugada con la que obtuvo hasta cinco tantos, señal inequívoca de que la zurda de Olaizola II no estaba en plenitud.

Pero estos problemas del navarro no restan ni un ápice de mérito a un Jokin Altuna que no le permitió reengancharse en ningún momento, moviéndole de un lado a otro y, sobre todo, en ningún momento le entró ese miedo a ganar o mal de altura, que tantos y tantos han padecido cuando se han visto con opciones de superar al mito de la jaula. En esto también mostró una templanza impropia de sus 20 años de edad, mantuvo la misma intensidad lo que, unido a la magia de sus remates, le permitió seguir creciendo en su primera final de Primera.

«La alegría es enorme pero cuesta asimilarlo»

Enormemente feliz por haber cumplido su sueño de clasificarse para su primera final, Jokin Altuna reconocía que la sensación había sido «increíble» al llegar al cartón 22, pero a su vez declaró que «no es fácil asimilarlo. Tengo dos semanas y prepararé la final con todo el mimo», justo después de agradecer el apoyo a toda esa afición que llenó el Atano III.

El recinto donostiarra sería un lugar ideal para la disputa de esa final, pero al amezketarra no le importa cuál será la sede. El rival sí está claro, un Oinatz Bengoetxea que para Altuna es un «gran campeón. Personalmente me parece un campeón también como persona, siempre me ha tratado de maravilla y será un honor compartir la elección y la final con él». Para ello, tuvo que realizar «el partido soñado». J.O.