Raimundo Fitero
DE REOJO

Anunciación

El anuncio de un anuncio que anuncia el anuncio. La anunciación. ¿De qué o de quién? Del desastre. Del cinismo como mala arte. Del pavo indultado. Colea lo de Rita Barberá. Es imposible superar el nivel de agresividad e intolerancia de algunas partes de la banda de Rajoy y sus acólitos mediáticos, unos descerebrados ultras capaces de todas las infamias. Era de esperar esta reacción para colocar en los altares a Rita una vez es inimputable.

Peor se habla mucho del anuncio. Hay varios incidentes publicitarios que se consideran el anuncio. Las burbujas de una marca de cava es uno de ellos, aunque la crisis y la oleada anticatalana orquestada desde la caverna lo ha ido reduciendo y dejando en uno más. En verano son anuncios, de cervezas. Los perfumes son rutinarios. Los coches van en nuestra condición de televidentes esforzados. Y el anuncio de los anuncios, es el anuncio del sorteo del gordo de la lotería. Desde el famoso “calvo” hasta hoy, cada año el anuncio del anuncio ha despertado tanta atención como el propio contenido.

Pero este año, siendo un anuncio historiado, emocionante, han aparecido críticas que se entienden dentro de la sensibilización social con los estereotipos. Es decir, esa abuela despistada al que todo el pueblo le sigue la corriente sobre su error de que le ha tocado la lotería es considerada por algunas asociaciones de jubilados como un insulto y una falta de respeto. Aducen que se abunda en la sensación de creer que la edad, la jubilación, es sinónimo de idiocia, de falta de recursos para detectar lo que sucede. Es una protesta reivindicativa muy de aplaudir, pero a la vez se puede considerar un exceso de celo. A no ser que todo forme parte e una estrategia de la anunciación global. El anuncio del anuncio que para que todavía sea más el anuncio necesita de alguna controversia.