M.I.
ALIADOS

Casablanca simboliza el romanticismo bélico

S i a algo tan cruel como un conflicto bélico se le puede ver un lado romántico, es porque la II Guerra Mundial queda ya lejana, y desde entonces las películas han contribuido a ese mito, especialmente el clásico de clásicos “Casablanca” (1942). El productor británico Graham King habrá pensado otra cosa al invertir mucho dinero en “Aliados”, pero pretender que Brad Pitt y Marion Cotillard emulen el romance inmortal de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman es hacer un flaco favor a la pareja estelar. Y no acaba ahí la cosa, porque el director Robert Zemeckis ha querido jugar a ser David Lean con escenas en el desierto a lo “Lawrence de Arabia” (1962).

La novedad es que no toda la acción de “Aliados” transcurre en el norte de África, ya que la historia de amor acaba esta vez en matrimonio, hasta el punto de que el oficial de inteligencia y la miembro de la resistencia francesa acaban formando una familia. Es entonces, ya en Londres, cuando se desata la intriga de espionaje, pues sobre ella empiezan a recaer las sospechas de que se trate en realidad de una agente doble.