Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Los exámenes»

Las entrañas del desasosiego

Cristian Mungiu ya demostró en “4 meses, 3 semanas, 2 días” que se sirve de un afilado bisturí para diseccionar con metódica precisión las entrañas de su país desarbolado y, sobre todo, para plasmar las inquietudes y emociones más dolorosas de una persona cuyas aspiraciones vitales quedan truncadas por motivos ajenos a ella y que, además, deberá asumir el juicio de una sociedad que calla o miente en beneficio propio.

Si en el filme citado con anterioridad nos adentrábamos en la trastienda de la doble moral en torno a las complicaciones surgidas a resultas de un aborto realizado en la clandestinidad, en esta oportunidad Mungiu elabora un crudo y demoledor retrato de otra joven, una brillante universitaria, cuyo sueño por ingresar en la prestigiosa universidad de Cambridge mediante una beca se trastocará por completo a resultas de una violación. Mungiu elude en todo momento el trazo grueso dentro del entramado dramático a la hora de apostar por un estilo espartano en el que la música desaparece de escena y las secuencias son plasmadas mediante planos largos. Todo ello sirve para que la obra nos revele las interioridades de un grupo humano cuya mecánica cotidiana salta en pedazos debido a un acontecimiento extremo y cruel. Si en “4 meses, 3 semanas, 2 días” Mungiu se sirvió de una mesa compartida por diferentes comensales para sacar los demonios de todas una sociedad, en este nuevo retazo de realidad el autor húngaro se las arregla para asomar su dedo acusador y señalar con él nuevamente la doble moral que siempre tiende a juzgar de manera simplista y, a la par, temible, lo acontecido a otras personas. Premiada su dirección en  Cannes, el cineasta rumano se revela como un maestro a la hora de perforar las entrañas de unos personajes que son colocados ante el espectador como si se tratara de un tribunal en cuya mesa se apilan el dolor, la mentira, la corrupción y el chantaje.