Mikel INSAUSTI
TRAIN TO BUSAN

La crisis inventiva del subgénero zombi se acaba con una genial creación coreana

De la noche a la mañana Yeon Sang-ho se ha convertido en el Romero coreano, porque desde “La noche de los muertos vivientes” (1968) no se había visto una creación tan original y regeneradora del subgénero zombi como “Busanhaeng”. Y es que se puede afirmar que desde entonces todo lo que ha venido después han sido revisiones, copias, secuelas o parodias. El joven cineasta de Seúl reinventa esta modalidad terrorífica desde una óptica genuinamente romeriana, en lo que tiene de afilada crítica social. Pero es que además posee ese sentido de la acción visual tan coreano, y que en su caso se dispara aún más si cabe al venir de la animación. De hecho, este mismo año ha estrenado el largometraje animado “Seoul Station”, que es la antesala de la obra que le ha servido para debutar con tanto éxito en el cine de imagen real.

“Busanhaeng” ha acumulado en los cines coreanos más de diez millones de espectadores, con una recaudación internacional que de momento ya ha rebasado la barrera de los cien millones de dólares. Por no hablar del reconocimiento crítico, que se puede traducir en los premios conseguidos en el festival de Sitges a la Mejor Dirección y los Mejores Efectos Visuales.

Sus escenas de masas, muy bien dosificadas, son tan impactantes como espectaculares. Máxime, cuando no deja de ser una película de personajes, con un humor muy irónico de naturaleza costumbrista. El espectador se implica con lo que les sucede a los pasajeros de ese tren de alta velocidad abordo del cual transcurre la práctica totalidad del metraje. Es un escenario que permite comprobar que el ser humano, zombificado o no, es el mayor enemigo de sí mismo. En los vagones del KTX que intenta llegar a la estación de Busan se representa la tragedia de la dualidad humana, con gestos solidarios frente a otros de cruel y rastrero egoísmo.