Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Legionario»

Una mala noche

En su debut en el formato largo, Eduardo H. Arza ha querido apostar al máximo con un proyecto que en momento alguno logra ninguna de sus grandes pretensiones. Apostando claramente por un modelo de thriller estadounidense, sobre todo en sus intenciones y puesta en imágenes, el cineasta se estrella contra sí mismo por un guion tramposo, torpe y rácano en originalidad y que únicamente basa toda su fuerza en un estilo visual pretendidamente impactante.

El argumento ya es de por sí toda una declaración de intenciones, ya que nos encontramos con un soldado de élite del Estado español que, cumplido su periplo en Afganistan, sufrirá las consecuencias de un rocambolesco suceso que derivará en una especie de constante estado de paranoia.

Lo que cineastas como Abel Ferrara en películas como “Blackout” han filmado con mayor acierto dentro de una excusa ya agotada –un inocente despierta resacoso y sin restos de memoria pasada junto al cadáver de una desconocida– y que dice muy poco del conjunto que se desmorona cual castillo de naipes dentro de un engranaje que chirría en cada secuencia. Encorsetados en una tipología de personajes que parecen calcados de películas estadounienses, los intérpretes se limitan a repetir frases y gestos muy poco creíbles. Consciente del limitado presupuesto que disponía, Garza ha apostado por un proyecto personal que se ha traducido en un triple salto sin red cuya aparatosidad no es más que el reflejo de un artificio donde el perseguidor se convierte en perseguido dentro de un paisaje urbano teñido de violencia.

Todo ello podría funcionar bien si el guion tuviera las respuestas que busca el espectador desesperadamente entre tanta confusión, lo cual nos lleva a preguntarnos una y otra vez cuáles son los motivos que impulsan al protagonista en su búsqueda errante y salpicada de accidentes.