Ion SALGADO
FIESTAS DE LA BLANCA

A FALTA DE CAVA, KALIMOTXO Y GASEOSA PARA RECIBIR A CELEDÓN

L A LLEGADA DE CELEDÓN AL CORAZÓN DE GASTEIZ ABRIÓ LA ESPITA DE LAS FIESTAS DE LA BLANCA. NO HUBO CAVA POR EL VETO AL VIDRIO. A FALTA DE ESPUMOSO, LAS CUADRILLAS TIRARON DE KALIMOTXO Y GASEOSA.

Pasadas las 18.10 Celedón se asomó a la balconada de San Miguel para saludar a los congregados en la plaza de la Virgen Blanca. Más de 40.000 personas que recibieron al aldeano de Zalduondo con botellas de gaseosa y kalimotxo, dos alternativas con las que las cuadrillas hicieron frente al veto impuesto al vidrio. Una prohibición que estuvo garantizada por un amplio despliegue policial.

Desde las 16.00, agentes de la Ertzaintza y de la Policía Local de Gasteiz, acompañados de voluntarios de Egibide, se colocaron en los accesos a la plaza para garantizar que nadie portara botellas de cava. El control era férreo, prueba de ello es que los municipales registraban hasta los carritos de bebé, no fuera a ser que, en vez de con un pan, los niños lleguen a Gasteiz con una botella de champán.

Poco a poco la gente fue accediendo a la plaza, que a primera hora de la tarde parecía una sartén. Muchos trataron de comprar cava en un supermercado situado a escasos metros de la plaza. Se trataba de una misión imposible, porque el gerente no estaba dispuesto a jugársela por un par de euros. «No se puede vender vidrio hasta las 20.00; si no, me pueden meter 3.000 euros de multa», señaló.

Así que hubo que echar mano del agua, de la cerveza o del kalimotxo para hacer frente al intenso calor. Y alguno utilizó la bota verde, que el Ayuntamiento trató de promocionar como alternativa a las botellas.

El ambiente se iba caldeando y a las 17.30, a falta de media hora para el chupinazo, la plaza se había convertido en una olla a presión. Por fin, a las 18.00, la escritora Eva García Sáenz de Urturi se asomó a la balconada y tras el replique de campanadas prendió la mecha del cohete. La explosión dio inició al descenso de Celedón.

Minutos después Gorka Ortiz de Urbina aparecía en la parte baja de la plaza convertido en Celedón, con su paraguas, su txapela y su puro. Enseres que tuvo con agarrar con fuerza para poder cruzar hasta la balconada, y es que, pese a contar con una nutrida escolta, tardó más de tres minutos y medio en recorrer un centenar de metros. Una vez arriba, colocó el pañuelo al alcalde y a la chupinera y entonó su canción en euskara. También lanzó un mensaje contra las agresiones machistas, y recordó a todos que «no es no».

Aquapark urbano

Las últimas palabras de Celedón marcaron el inicio de un lento peregrinar por las calles de Alde Zaharra. La Zapa, la Herre y la Corre se convirtieron en un aquapark urbano. Mientras unos pedían agua, otros aprovechaban para lanzarse con cartones por los cantones. Y a falta de cartón, los más intrépidos se deslizaban por las escaleras mecánicas, donde no faltaban las cuadrillas dispuestas a bogar al son del patrón de turno.

El panorama en las calles del Ensanche no era mucho mejor. En la calle Diputación los jóvenes corrían de un lado a otro en busca de algún vecino dispuesto a rociarles con una extraña bebida no alcohólica. Un líquido transparente, sin sabor, incoloro e inodoro que les quitase de la piel los restos rojizos del kalimotxo. La lepra del borracho, que en casos extremos solo se cura introduciendo el cuerpo en las fuentes de la plaza Jesús Guridi o Santa Bárbara.

Después de refrescarse, muchos subieron a lo alto de la colina, al Gaztetxe, donde se dieron cita los sucios y los limpios. Dos tipos de persona que, pese a parecer totalmente diferentes, tienen un vinculo común: las ganas de fiesta. Aunque no la disfrutan del mismo modo; a los primeros no les importa tirarse el katxi por encima o hacerle un agujero al vaso para convertirlo en un porrón, mientras que los segundos ponen mala cara si les salpica una gota de cerveza.

Para suerte de quienes salen con sus mejores galas de casa, las personas que lo dieron todo en el chupinazo marcharon pronto a casa, en busca de una ducha de verdad y un bote de desodorante que ayudase a eliminar el olor a vino malo. Así, a partir de las 19.00 los más jóvenes cedieron el testigo a los no tan jóvenes, que aprovecharon para disfrutar de las terrazas de la Kutxi y de la Pinto. Dos calles que se fueron llenando conforme pasaban las horas.

Al igual que otros años, Alde Zaharra se convirtió pronto en un hervidero, y muchos optaron por cruzar las vías del tren y acercarse al campus de la UPV-EHU, donde se instalan las txosnas, que abrieron a las 20.30. Una hora después tuvo lugar el acto central, con la entrega del Txosnisaria a AEK. Con este premio, el movimiento popular quiso agradecer al euskaltegi la labor que ha realizado durante décadas para impulsar el aprendizaje y el uso del euskara.

Poco después, a las 22.00, Rukula se subió al escenario para amenizar la cena a los presentes, que disfrutaron de una noche tropical, más que curiosa en ciudad conocida con el sobrenombre de Siberia-Gasteiz. Con el estómago lleno, unos siguieron poteando por las txosnas a las espera de Aurora y The Soulbreaker Company, y otros volvieron al centro para dar unos saltos en el concierto de La Raiz y rememorar canciones de toda la vida en la verbena de Koxkor.

Para muchos los conciertos no fueron más que el inicio de una larga noche, que acabará hoy a las 7.00, cuando los rezos del Rosario de la Aurora se apoderen de las calles de Alde Zaharra y del Ensanche. Será entonces cuando devotos y ateos se crucen las miradas, unos camino de la procesión y otros de la cama, tarareando a Siniestro Total y recordando que solo estar durmiendo es mejor que estar dormido.

Pero entre fieles y paganos existe una tercera vía, representada por los blusas y las neskas, que a las 9.00, cuando suenen las dianas, se calzarán las abarcas y rendirán un homenaje a la patrona antes de tomar el centro de la ciudad.

Una balconada reivindicativa para recibir al aldeano de zalduondo

Como viene siendo habitual, ayer la balconada de San Miguel aunó fiesta y reivindicación. Gracias a la invitación de EH Bildu, junto a la hornacina de la Virgen Blanca se dieron cita trabajadores de empresas que han vivido o viven a día de hoy conflictos laborales. Estuvieron, por ejemplo, representantes de Caser, Omita, BSH o del propio Ayuntamiento de Gasteiz, sin olvidar a los jóvenes que hacen posible las actividades deportivas municipales, que han logrado mejorar su situación tras una semana de huelga.

«Queremos que durante la bajada de Celedón también estén presenten en la balconada las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras que están luchando por mejorar sus condiciones laborales», señaló este jueves la portavoz de la coalición soberanista, Miren Larrion, que insistió en que «se trata de un gesto para apoyar a las y los trabajadores y sus familias en un día tan especial como es el inicio de las fiestas de Gasteiz». «Son realidades que afectan a centenares de personas y que también queremos visibilizar en el inicio de las fiestas», añadió.

Asimismo, estuvieron presentes integrantes de la “Karabana a Melilla”, que han recorrido cientos de kilómetros para defender los derechos de los refugiados. Ayer desplegaron las banderas de ‘‘Ongi Etorri Errefuxiatuak’’ en la balconada.

Tampoco faltaron a la cita con el aldeano de Zalduondo los familiares y amigos de los presos y presas vasos, que esta tarde se manifestarán para defender los derechos humanos de los represaliados.I.S.