Raimundo Fitero
DE REOJO

Sarcástico

El hijo de la Tomasa, conocido como “El Cordobés”, se ha convertido en un objetivo común y celebrado para el sarcasmo, el humor despiadado, la sátira hasta la extenuación. Este muchacho con lenguas barbas, con armas en bandolera ha aparecido como soldado del Isis anunciando en español la guerra contra los infieles en todos los medios. Resulta que nació en Córdoba de una mujer apellidada Pérez que se hizo musulmana al casarse y posteriormente llevó a sus hijos a Siria. Desde luego la imagen de Muhammad Yasin Ahram Pérez puede producir animadversión, pero ha sido el detonante de un ejercicio de catarsis colectiva aplaudida desde todos los puntos cardinales del espectro político. Y en algunos casos el humor era simplemente islamófobo, sin muchos matices, como los encontrados en tantas instancias en el asunto de Fitero. Conozco algo más. Y me callo. Porque no me hace nada de gracia. Y está bien, estoy de acuerdo, es necesario el humor, el sarcasmo, la sátira como canalización del descontento, como una manera de expiar los dolores provocados por actitudes de otros, especialmente de quienes tienen algún poder. Pero eso que proclamo de manera absoluta, no es lo que sucede. En la Audiencia Nacional hay jóvenes acusados de apología del terrorismo por hacer chistes, dibujos, tuits, pero se dirigían al otro espectro, al de los franquistas o poderes actuales. O en el caso de ahora, en Bilbo, por una queja de la jerarquía eclesiástica es retirado un cartel de la txosna de Hontzak en donde se leía “carnicerías vaticanas” y se veía a un cristo despiezado. Es decir, se usó la justicia, la policía para satisfacer a unos cuantos. Como sucede siempre, ahora está el cartel por toda la ciudad. Son cosas de tener poca cintura. Y unas leyes reaccionarias y usadas según convenga a la ideología de quien la aplica.