Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «En lugar del Sr. Stein»

Cyrano de Bergerac se asoma a las redes sociales

Alternando labores de guionista y realizador, Stéphane Robelin se ha adentrado en un territorio tan espinoso y plenamente actual como es la suplantación de identidades a través de internet. Las nuevas tecnologías aplicadas al género de la comedia se han convertido en la lógica actualización de los otrora célebres vodeviles que basaban su interés en las risas que proporcionaban los enredos nacidos de una suplantación o intercambio de identidades.

Si bien este tipo de excusas argumentales, actualizadas al universo virtual, provocan más sobresaltos que motivos para reir, Robelin se ha esforzado al máximo para no resultar excesivamente hiriente y ha apostado por buscar el respaldo de un clásico como Cyrano de Bergerac para dotar al protagonista de cierta coherencia en su aventura romántica a través de las redes sociales. El veterano Pierre Richard es el encargado de dar vida a un viudo octogenario que en el crepúsculo de su vida ha apostado por iniciar una odisea a través de portales de citas en las que descubrirá una treintañera. Esta es la excusa que utiliza el cineasta para elaborar un castillo de naipes romántico, un juego de seducción a tres bandas que sigue la estela de lo que el dramaturgo y poeta Edmond Rostand nos legó en su texto clásico y que, lejos de querer indagar en las entrañas de una sociedad cada vez más incomunicada a pesar de las nuevas tecnologías, quiere sacar partido de ese tipo de comedias amables que reniegan de la estridencia o la burla y que tan solo buscan la sonrisa cómplice del espectador. Todo ello se plasma en la personalidad venerable de un anciano que se enfrenta por primera vez a un modelo comunicativo basado en la máscara y en una arquitectura de palabras que a ojos de quien las lee resulta hermosa pero que, en su trasfondo, no hacen más que reflejar la triste realidad del que las escribió.