gara, donostia
EDITORIALA

Lo peor y lo mejor de nosotros mismos

La peor crisis de refugiados en la Europa moderna sirve para constatar cómo esta falló su examen moral. Cómo, salvo Alemania, los estados mostraron poca compasión y subvirtieron los estándares globales de derechos humanos. Los compromisos para repartirse por cuotas y reubicar refugiados, en su mayoría sirios, al vencer el plazo de dos años, han quedado en papel mojado. Además, la condiciones de los refugiados a los que se ha aceptado están deteriorándose rápidamente. Las ayudas sociales disminuyen, los límites a la reagrupación familiar aumentan, se rechazan más demandas de asilo y, en muchos casos, se acelera la repatriación forzosa. En definitiva, todas esas disfuncionalidades, divisiones e ineficiencias de la Unión Europea, además de aumentar las presiones políticas centrífugas, demuestran la sangrante ausencia de una política común de asilo y migración.

Las derivadas de todo este fracaso, que pocos habían predecido o preparado, son múltiples. A nivel político, en Europa se fortalecen la opciones de extrema derecha, que tienen en la xenofobia y el odio al islam su combustible y un «¡alto a la invasión extranjera!» por bandera. Y si algo demuestra la historia de Europa en lo referente al fascismo es que una nube más pequeña que una mano puede ser el anuncio de las grandes tormentas del porvenir.

Aquella crisis no fue un evento aislado. Al contrario, es una señal que augura una mayor presión migratoria en un futuro próximo marcado por un envejecimiento de la población europea, la explosión demográfica en África, el aumento de los migrantes climáticos, mientras las guerras de rapiña y el caos se eternizan. Por otra parte, sirvió para sacar lo mejor de nosotros mismos: redes sociales que distribuyen comida y ropa, que ofrecen alojamiento, voluntarios que se la juegan en alta mar en labores de salvamento, banderolas en balcones, estadios de fútbol o ayuntamientos... Para organizar comunidades, acciones de solidaridad y humanidad, en definitiva, para alumbrar la esperanza.