EDITORIALA
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Kurdistán: botas sobre el cuello tras el referéndum

Apenas un mes después del referéndum de independencia, el veterano líder kurdo y presidente del Gobierno de Kurdistán Sur, Masud Barzani, que auspició esta consulta y quiso dejarla como su legado personal, ha anunciado su dimisión. Tras recabar un abrumador apoyo por parte de la población, ese «sí» mayoritario ha traído una amarga sorpresa para las fuerzas kurdas en forma de un retroceso político, diplomático y militar sin precedentes. El presidente Barzani deja la Administración del Kurdistán Sur en una situación muy delicada, de vacío e interinidad. Había prometido «que solo el día que tengamos un Kurdistán independiente, dejaré mi cargo», pero ahora se echa a un lado. No obstante, su clan familiar, por medio de su sobrino y primer ministro Nechirvan Barzani, seguirá dominando la Administración autónoma.

Salvo Israel, todos los poderes regionales e internacionales se han posicionado en contra del referéndum de independencia de Kurdistán Sur. Iraníes y turcos han asfixiado desde fuera y han maquinado desde dentro, explotando las históricas rivalidades entre clanes. Se han bloqueado sus oleoductos y los pasos fronterizos, y tras haber perdido Kirkuk y sus enormes pozos de petróleo y gas, la viabilidad económica de un Kurdistán Sur independiente parece haber quedado en entredicho. Se quiere hacer pagar un alto precio por haber tenido la «osadía» de convocar un referéndum de independencia y ahora que la bota aprieta sobre el cuello del Kurdistán Sur, nadie quiere levantarla. La dimisión del presidente Masud Barzani busca en parte ese objetivo, pero no está claro que lo consiga.

En cualquier caso, el referéndum no era un fin en sí mismo, ni un cierre del espacio de negociación. La expresión de ese deseo de independencia es una cuestión justa. Y a quienes alegan los riesgos que tiene en una región tan inestable, cabría responderles que negar ese sueño nacional también los tiene y deja abiertas heridas históricas.