José Antonio Beloqui
Concejal en Uharte y geroabaikide
GAURKOA

Madrid, el agujero negro de la economía española

El continuo ataque que estamos viendo contra el sistema de financiación foral (Concierto/Convenio) está alcanzando cotas que están dando ya vergüenza ajena. El último ha sido el de la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Cristina Cifuentes, que en un alarde de ignorancia supina dijo textualmente que «Si hay una reforma de la Constitución, ¿no deberían el País Vasco y Navarra aportar dinero al fondo de solidaridad interterritorial?».

La Ley del Convenio, tal y como le recordó a la Sra. Cifuentes el parlamentario foral Jokin Castiella, nos explica en su artículo 54 cómo aporta Navarra al fondo interterritorial que la locuaz presidenta afirma que no hacemos. Ignorancia o mala baba, ustedes eligen. Pero estas palabras viniendo de quien es responsable de la institución que más se ha beneficiado del Estado de las Autonomías constituye un sarcasmo cínico y una desvergüenza política.

Por qué la Comunidad Autónoma de Madrid es la más beneficiada? Si observamos los datos de peso del PIB por comunidad autónoma a principios de los 80 con los de la actualidad veremos que dicha comunidad ha aumentado su peso de un 14,14% a un 18,93%. Unos 40.000 millones de euros. De manera relativa, Madrid es la que más peso ha ganado con un 34% mientras que la Comunidad Autónoma Vasca ha perdido un 17%. Navarra y Catalunya prácticamente se mantienen igual mientras que la Comunidad Valenciana ha perdido un 5%.

¿Qué significa ese aumento del PIB? Pues que se ha invertido muchísimo más que en otras partes del Estado, y la consecuencia directa ha sido la ya comentada. Ante este dato objetivo, muchos se preguntarán por qué en todas las balanzas fiscales Madrid sale como una de las más perjudicadas. Esta aparente contradicción nos desvela una paradójica forma de hacer las cuentas que deja como perjudicado a quien realmente es el beneficiado. Es el efecto «capitalidad del Estado». La Comunidad Autónoma de Madrid no cuenta como gasto a los más de 150.000 funcionarios estatales de los 520.000 que hay ni tampoco los cientos de inversiones que van por cuenta del Estado y que hacen que Madrid aparezca como la más solidaria cuando no lo es. Por eso Cifuentes puede bajar alegremente los impuestos aún cuando Rajoy ha sido el presidente de la democracia que más los ha subido... Aita Estado, o sea todos, pagaremos sus facturas. Así cualquiera.

Una de las principales consecuencias de este forma de privilegiar Madrid es poblacional. Si observamos los movimientos migratorios dentro el Estado desde 1980 veremos un aumento espectacular de la población de Madrid y sus satélites dormitorio (Guadalajara, y Toledo), y un paulatino vaciado de las Castillas, Galicia, Extremadura, Asturias, y norte de Andalucía. Según la astrofísica un agujero negro es una región del espacio donde la gravedad es tan grande que nada puede escapar de él, ni siquiera la propia luz. Se podría decir que Madrid actúa de una forma muy parecida al arrastrar la actividad económica y convertir en páramo al resto del Estado. Las tensiones con Catalunya son un síntoma de esta construcción política tan centrípeta.

Es casual este modelo? No, en palabras de Pedro Luis Uriarte, padre del Concierto Económico, es «el resultado de una estrategia para consolidar un poder central fuerte». En esa línea van encaminados los furibundos ataques de las últimas semanas al cálculo del Cupo/Aportación y que esconden una recentralización del Estado ansiada por ciertos sectores políticos como Ciudadanos, la parte FAES del PP, y el sector susanista del PSOE. Y esto es así porque independientemente de cómo se calcule el Cupo/Aportación (hay que conocer al funcionario de Hacienda como para saber que no regalan ni un duro) está la cifra final de la misma y el aumento que algunos quieren implementar como purga de Benito para todos los males de España. Bien, ese aumento del 30% como propone Ciudadanos supone sobre una base de 550 millones un aumento de 165 millones. En la CAV ese aumento supondría 390 millones con lo que tendríamos unos 555 millones de euros entre los cuatro territorios forales. Una cifra que supone lo perdido por la corrupción del caso Púnica o 5 veces menos el sobrecoste de la M-30 de Gallardón. En resumen, una cifra que no puede ni siquiera rascar el inmenso problema de financiación de las comunidades autónomas cuya deuda supera los 200.000 millones y que debe tener una solución diferente. No resulta razonable atacar a un sistema que funciona para igualarlo a peor con el resto, máxime cuando dicho aumento no está justificado a tenor del estudio hecho por los técnicos de la Hacienda Foral de Navarra.

¿Qué es lo que se busca, por tanto, con esta estrategia? Establecer una serie de falsedades y mantras para poner a la sociedad española en contra no del Cupo/Aportación sino del propio sistema de financiación foral. Esto es, el Concierto y el Convenio Económico que son la clave de bóveda de la Disposición Adicional Primera de la Constitución española sobre la que descansa todo nuestro autogobierno. Una forma de financiación propia que muchos centralistas españoles no toleran puesto que les resulta inconcebible que haya más haciendas que la propia española. Y esto es así porque tener una hacienda te permite recaudar y establecer tu propia política fiscal siendo la principal estructura de un Estado propio. Y eso, evidentemente, para el centralismo es algo inaceptable.

Yo puedo entender que la Sra. Cifuentes aplauda esta forma y que aún quiera más, pero no entenderé que otros presidentes autonómicos no digan ni Pamplona de esto. Al contrario, es triste verlos centrados en atizar al único sistema de financiación que funciona y que es una de las herramientas más eficaces contra tres de los grandes males que han lastrado a España; irresponsabilidad en el gasto, fraude fiscal, y centralización.

Con un sistema foral generalizado se responsabilizaría a las comunidades tanto de sus ingresos como de sus gastos obligándoles a cuadrar sus cuentas, y reduciendo con ello las posibilidades de realizar inversiones inútiles. Esto, obviamente, no es una garantía total pero la ciudadanía está más concienciada y hace pagar a sus responsables el precio político por sus desmanes. Lo hemos visto en Navarra. Respecto al fraude fiscal se ha demostrado que una administración tributaria más cercana lo reduce. La CAV y Navarra son de lejos las partes del Estado con un menor índice de esta lacra que lastra la economía, y cuya pérdida de recaudación incide directamente en el bienestar de todos y todas. Finalmente, generalizar el sistema foral neutralizaría la política centrípeta que está empobreciendo a las comunidades autónomas, y con ello al propio Estado español tal y como he señalado.

Así pues... ¿Dejamos de mirar el dedo y nos fijamos de una vez en la luna?