EDITORIALA
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Catalunya vuelve a entrar en la agenda europea

Europa ha intentado evitar implicarse en el proceso catalán. Ha dejado hacer al Estado español pensando que considerar Catalunya como un problema interno suyo no le salpicaría. Pero el proceso catalán no es una cuestión interna del Estado; ningún proceso independentista lo es. Catalunya es básicamente una cuestión internacional que además interroga directamente sobre el modelo de construcción europea y sobre aquellos valores de los que Europa tanto se enorgullece, como la democracia, la independencia judicial o el respeto a los derechos humanos. Las órdenes europeas de detención cursadas por el Tribunal Supremo contra los líderes catalanes en el exilio, el arresto de Carles Puigdemont en Alemania, los procesos judiciales en marcha en Bélgica y Escocia o el debate extendido en Suiza han roto la calma en este ámbito y han vuelto a colocar a Catalunya en la agenda europea, como puede atestiguar la portavoz de la Comisión Europea en su comparecencia del lunes.

El Gobierno español ha vendido las detenciones y los procesos de extradición como una gran victoria. Ciertamente ha cortado los movimientos de los líderes independentistas en el exilio. Sin embargo, empiezan a aparecer también otras consecuencias. La primera es que se ha renovado el debate sobre Catalunya en toda Europa. Ganarse a la opinión pública internacional es clave para que un proceso soberanista tenga éxito. En este sentido las muestras de solidaridad y apoyo que han tenido los líderes políticos catalanes en el exilio, especialmente en Escocia, son muy significativas de la simpatía que despierta la causa catalana y pueden abrir puertas insospechadas. A pesar de ello el Estado español no va a dejar de presionar, unas veces para lograr determinadas resoluciones, otras simplemente para entorpecer y frenar acciones de apoyo.

Sean cuales sean finalmente las decisiones judiciales y sus costes, la república catalana y la monarquía española se la siguen jugando en Europa. Y hay partido.