A este paso los y las comentaristas de cine vamos a tener que ceder espacio de la crítica de películas para dedicárselo a los obituarios, porque los fallecimientos de grandes personalidades del cine se suceden casi a la misma velocidad que los estrenos semanales. Es ley de vida, porque los maestros de este arte consagrados en los años 60 y 70 son ya en su mayoría octogenarios que a duras penas logran sobrevivir en medio del ritmo de producción que impone el medio audiovisual, y aunque se resisten a retirarse tienden a irse de este mundo con la propia desaparición del celuloide con el que forjaron sus carreras.

Vittorio Taviani ha querido respetar el rango de edad, yéndose a descansar definitivamente antes que su inseparable hermano Paolo, dos años menor. Juntos han sabido dar un ejemplo de lucidez y compromiso hasta el final, tal como certifica el reciente Oso de Oro ganado en la Berlinale con “César deber morir” (2012), junto con los cinco premios David Di Donatello del cine italiano.

La misma edad que el pequeño de los Taviani tenía Milos Forman, al que a sus 86 años ya le costaba seguir en activo dentro de la industria de Hollywood, a la que tantos triunfos le brindó en el pasado. Más joven que el maestro checo era el actor R. Lee Ermey, auténtico mito del cine bélico al que dirigieron Francis Ford Coppola, Stanley Kubrick, Alan Parker, David Fincher o Tim Robbins.