Aritz INTXUSTA
SARTAGUDA

Nafarroa rinde homenaje a los huérfanos que vaciaron las cunetas

La lehendakari Uxue Barkos realizó ayer el primer reconocimiento oficial a las víctimas navarras del golpe de 1936 en el Parque de la Memoria de Sartaguda. Respondieron a su llamada más de quinientos familiares y los grandes protagonistas fueron aquellos que, tras morir Franco, salieron con palas a sacar a los suyos de las fosas comunes.

El Gobierno navarro reconoció ayer a las víctimas del golpe fascista de 1936 en el Parque de la Memoria. Hubo más de quinientos familiares de fusilados arremolinados junto al muro donde aparecen los nombres de unas 3.500 personas. En esa pared se inscribió a los fusilados en cunetas, los 567 muertos en el penal de Ezkaba, junto a otros que cayeron durante los trabajos forzados y en campos como el de Mauthaussen.

«Llevábamos diez años esperando al primer acto institucional oficial», dijo el alcalde Paolo Albanese. Saludó la presencia de la lehendakari, Uxue Barkos, y de otras autoridades como la presidenta del Parlamento, Ainhoa Aznárez. Y estuvo cercano con Ana Ollo, la consejera de Paz y Convivencia, recordando que ella acude a menudo al parque.

Albanese se felicitó porque «los restos de Franco emprendan ahora el mismo camino que hace dos años hicieron los de Mola y Sanjurjo», recordando la exhumación del Monumento a los Caídos de Iruñea. El alcalde, que llevaba un lazo amarillo, destacó la importancia de recuperar el ideario de las personas a las que mataron en 1936, sobre todo, en una Europa donde «los herederos de los que llenaron de nombres ese muro» ganan cada día más terreno.

La lehendakari, que habló en último lugar justo antes del aurresku y la ofrenda de claveles rojos, subrayó que Nafarroa «no podía esperar más a que su Gobierno asumiera la responsabilidad que le corresponde en el trabajo de reconocimiento y reparación a todas aquellas familias que tanto sufrieron».

Barkos agradeció el ejemplo que, con su tesón, dieron los familiares de los desaparecidos navarros y, en particular, «los que tomaron parte e hicieron posible que ahora hace 40 años, en tantas localidades, por propia iniciativa y sin contar con apoyo institucional, se acometieran aquellas exhumaciones tempranas que tanto han representado para muchas familias».

Se les llama ahora tempranas porque cuando sacaban los huesos de las cunetas se hacía por las bravas sin siquiera soñar que algún día, a través del ADN, se podría saber qué hueso era de cada quien. Solo querían darles una sepultura digna.

Josefina Campos, de Azkoien, recordó cómo empezó todo aquello. Los de Marcilla fueron los primeros que sacaron de la tierra sus seres queridos. Al poco, la noticia de que gente con picos y palas había ido a sacar a sus padres y hermanos de las cunetas corrió entre los desposeídos pueblo por pueblo. Campos recordó cómo aquellos a los que el fascismo convirtió en miserables acudían a su casa a pedir algo de información sobre dónde estaban los suyos.

Ella lo llama «Operación Retorno». La llevaron a cabo viudas, hijos y hermanos, creándose así «una gran familia» hasta sacarlos a casi todos. A veces, lo tenían que hacer de noche. Campos y otros dos de aquellos huérfanos –Áurea Jaso y Julio Sesma– aseguraron que su labor no había tenido relevo hasta que llegó el actual Gobierno. Sesma pidió que el próximo gobierno siga con esta labor y al Ejecutivo de Madrid que siga el ejemplo del Gobierno foral.