Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Todos lo saben»

Un baile de máscaras carente de emoción

La incontestable filmografía de Asghar Farhadi incluye a partir de este momento un pequeño borrón debido en gran medida a lo mal que el cineasta iraní se ha desenvuelto intentando otorgar sentido a un puzzle emocional que salta a su antojo de género en género. El firmante de piezas tan rotundas como “Nader y Simin, una separación”, “El pasado” o “El viajante” ha intentado amplificar y enriquecer su discurso con esta aventura europea que ha sido respaldada por un más que suculento presupuesto que ha sido invertido en las presencias estelares de Ricardo Darín, Javier Bardem y Penélope Cruz. Tres intérpretes curtidos en infinidad de batallas que en esta oportunidad se han amoldado sin excesivos problemas a unos personajes que parecen haber sido cortados a su medida.

Sabida es que una de las grandes bazas que el cineasta iraní utiliza en sus melodramas es el detonante de la sorpresa, un arma de doble filo que si no se condimenta con esmero, puede resultar catastrófico. Sin querer revelar ese “elemento” que parece otorgar sentido a todo el filme, nos centramos en la idea de un thriller protagonizado por una mujer que abandona Argentina para viajar al Estado español y acudir a la boda de su hermana.

La repentina desaparición de su hija prende la mecha de un argumento encaminado a adentrar al espectador en un laberinto de emociones truncadas y equívocas y secretos callados que tienen como objetivo prioritario advertir al espectador que los personajes se parecen bien poco a lo que aparentan ser. Es en este baile de máscaras donde Farhadi se muestra excesivamente torpe ya que la coartada del thriller se transforma en un folletín televisivo que poco o nada tiene que ver con lo que pretende el trasfondo del filme y lo único que consigue es lastrar una historia que agota rápidamente su interés por culpa de una evidente falta de emoción.